En estos días
supervivientes de los campos de concentración nazis y otras personas a los que
les duele esta herida, (a los que nos duele esta herida) están realizando ofrendas
florales, encendiendo velas en el muro de la muerte de Auschwitz. Velas que
pretenden recordar el horror y ser flamas que centelleen en las pupilas de
todos los que recordamos que existe el infierno, que está aquí, que lo hemos
construido nosotros. Sigue estando en algunos lugares y nada nos garantiza que no vuelva a estar al
final de la vía de un tren que pase por nuestra ciudad.
En estos días se honra la memoria de hombres, mujeres y niños
que fueron asesinados y torturados vilmente por unas mentes que asolaron todo
nuestro continente llenando los campos, las veredas del camino, las calles, los
pueblos y ciudades de angustia desesperación, miedo y muerte. Dejando en el aire el desagradable olor de la
pesadumbre, el pavor calado en los huesos, el terror y el desasosiego
constantemente en las manos y el desconsuelo que convierte la tierra que pisas
en el más cruel de los infiernos ideados por Dante.
Auschwitz fue el campo
de concentración más grande puesto en marcha por la Alemania nazi, donde
entre 1940 y 1945 fueron asesinados millón y pico de personas, tan sólo por ser
judío, gitano, homosexual o simple y llanamente disidente de las “”ideas”” que querían
imponer unos cuantos (muchos, muchísimos. No lo hizo sólo Hitler, o aquí, en casa, Franco). Y esto no
lo hizo Satán, Belcebú, Hades, Hela ni ningún demonio. Lo construyeron hombres
y mujeres con sus manos y sus perversas y pérfidas ideas sobre como debería de
ser el mundo.
Las llamas del odio
quemaron libros y abrasaron cuerpos. Dejamos de construir palacios de cristal,
edificios donde leer poesía y arropar a los pequeños, parques o jardines. Construimos,
infiernos en este planeta que moramos, en ocasiones con gloria y muchísimas
veces con pena, incluso el mismísimo Lucifer se estremeció en su cómodo sillón al
ver tanta ignominia en la tierra.
Los hombres y mujeres
que hollamos este planeta construimos dioses y demonios, creamos paraísos e
infiernos en los que encendemos hogueras de pánico. Llamas, que
desgraciadamente aún alumbran y calienta las manos de partidos como el Jobbik
húngaro, el amanecer dorado en Grecia, el partido Nacional Británico, el
Partido Nacionaldemócrata alemán… y tantos otros.
Lo único peor que el
olvido sería que volviera a pasar. Aquí está mi homenaje a todos los millones
que murieron de un modo tan estupido, cruel y pornográfico, aquí va mi deseo de que
la bondad de los dioses que hemos creado no nos abandone, que la esperanza no
se pierda entre las llamas de aquel infernal pasado. Tal vez habite en nuestro espíritu
la esencia de los dioses y la crueldad de los demonios. Tal vez tengamos
construidas con fuertes piedras en nuestros corazones un infierno y un Paraíso.
Depende de que llave queramos utilizar, que puerta queremos abrir….
Has puesto palabras a mucho silencio...Cómo no unirme a ese deseo...
ResponderEliminarSiempre es grato volver!!Bsazo