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sábado, 18 de julio de 2015

TU OTRO REGALO.

Aquí, como siempre, está el verano.  El verano 40.  Con su calor y deseos,  con el sol brillando en el cielo. Refulgiendo en tus ojos.  Atardeciendo allá, en el oeste cual estrella vespertina y naranja en el azul cielo de nuestro mediterráneo y sus olas.

Aquí está, otra vez, otro año. Esta vez 40. Y cuarenta, ya sabes siempre lo digo, no es nada sólo un momento en el tiempo, sólo un momento sin más. Y déjame, amiga, que coja una pluma con tinta azul de búho enamorado de alondra y permíteme que te diga cosas que ya sabes; como  que hay corazones que descansan al sol. Ángeles con sonrisas de diablo, y demonios que jamás hicieron maldad. Déjame que te diga que los amigos se forjan, se ganan y se demuestran en las horas oscuras y grises, no cuando la cerveza está fresca el futuro cierto y el vino en la mesa y en su punto. Se forjan a jirones de piel y de alma descarnada. Ya ves, yo, como todos, tuve horas grises y tú estuviste cerca de mis heridas.  Así que déjame que en vez de un perfume te de las gracias.

Pero, no nos pongamos  trascendentes ni divinos (ya lo somos). Celebremos el paso de los años y los sanjuanes en nuestros ojos y en nuestra piel. Hablemos mejor del susurro que deja la lluvia al caer en Otoño, del vientecillo de libertad que parece cobijarse en los zarcillos de las chicas guapas en verano, del abrazo que dan las pestañas de los que nos quieren. De la vida que se enmaraña como un guepardo tras su presa, como Sant Jordi sin princesa, como poeta sin amor.

Y, oye, Yolanda, que aún sin ser nada, 40 es un número especial. Acaba en cero. Y tal vez cuarenta sea un nuevo momento. Momento de dejar, por un instante, de caminar. De juntar los  pies y empezar, una vez más, a andar.  De ser Robinson buscando lumbres en el mar y huellas en esta playa, sin miedo de  tropezar en las piedras en las que siempre nos caímos, ni de perder el hilo de Ariadna. Momento de comer con piel  las manzanas   que nos ofrezca cualquier serpiente. De perdernos en el paraíso o enredada en las pestañas de aquel al que amamos.  De recuperar los momentos que se perdieron diluidos en las gotas de la clepsidra del tiempo. De temblar ante los que te queremos como si fuera la primera vez que unimos nuestros corazones.

Sin más, 40 se me antoja un maravilloso momento para recoger flores en tu pelo, sueños en tus manos. Mariposas en tu vientre.


Dicen que en verano, como hace mucho calor, se desatan las pasiones, se desencadenan las emociones y  desbordada se exalta el alma, que el verano carece de corazón. No estoy de acuerdo. Tal vez el corazón del verano habite en tu pecho. No en vano, amiga, naciste hace sólo  40 veranos.

lunes, 6 de julio de 2015

HAIKU DE VERANO

Hace mucho calor,
será el infierno
que vive en tus ojos