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martes, 26 de abril de 2016

TAL VEZ UNO ESCRIBA.


Tal vez uno escriba porque  sigue siendo un niño al que le asusta crecer y le cuesta aceptar la dureza nuestra de cada día, por esconder un ratito bajo el ala de las letras inventadas lo insulso, la dureza de nuestros días y obligaciones. No sé, tal vez porque aún cree que en algún bolsillo de algún pantalón olvidado hay guardados unas briznas del polvo de Hadas que le haga volar sobre los sueños. Tal vez porque no dejará de ser Peter Pan.

Tal vez lo haga por envidia a la senda de los poetas. Porque le hubiera gustado ser el cartero de Pablo Neruda, andar por los campos de castilla, el valiente atrevimiento de Cernuda, o encontrar la inspiración en las tardes de pastoreo de Miguel Hernández, Perderse en la misma isla que se perdió Rodolfo. Por añoranza a esa pluma y esa espada y  esa muerte (casi) romántica de lord Byron.

Tal vez uno escriba por no llorar. Porque le duele el mal propio y el mal ajeno. Por exorcizar los demonios que cada día se empeñan en dejar latigazos en nuestras espaldas. Tal vez por coger fuerzas para enfrentarse al dolor, al daño que en ocasiones se cierne sobre nosotros y los que queremos y poder superar, con una sonrisa, las vicisitudes que acompañan nuestros días. Nuestros pasos. Tal vez uno escriba, porque sintiéndose mortal es conocedor de sus limitaciones y maldice, sin éxito, las desgracias que no deberían de pasar. Tal vez uno escriba porque le duele el mundo y sea una manera de intentar poner una venda donde antes hubo sangre, mercromina en los rasguños, una manta en el frio, una lucecita tras la oscuridad de las puertas cerradas. Un beso en la frente. Un abrazo. Un escalofrío en la espalda. Un soplo en las heridas y un beso en tu comida.

Tal vez uno escriba para que recuerdes aquella noche que nunca tuvimos, para que vuelvas a enamorarte de mí, para dejar escondidas en mis letras los besos que echas de menos. Para que busques en estos trazos negros, (que deberían estar escritos a mano –ya sabes en azul con pluma de búho enamorado de alondra- )los silencios que guardan los secretos que jamás te digo esos que tal vez nunca te diré. Tal vez lo haga por estar constantemente escudriñando tu pelo intentando encontrar los silencios que nos debemos. O tal vez por el miedo a que me olvides, a no dejar huella, a desaparecer (como las lagrimas de la lluvia de blade Runner). Tal vez uno escriba toda esta prosa porque no sabe escribir poesía.

Tal vez uno escriba para que mañana me leas y estés orgulloso de estas letras. Para que comprendas las cosas que no  sé explicar.

Tal vez uno escriba porque en una ocasión una amiga le dijo que cuando el viento venia helado ella se calzaba sus tacones más altos, su pintalabios más rojo, y salía pisando fuerte para comerse el mundo, y a falta de tacones y carmín se recrea en estas palabras.

Tal vez uno escriba porque, aunque una imagen vale más que mil palabras, esto se dice con siete palabras. Para iluminar esa parte tuya que yo solo veo, para engañar al tiempo, porque fuera hace frío,  para vencer al miedo, para aprovechar la inspiración de una copa de vino, para no sentirse sólo, para vivir vidas que no tiene, para que me sigas viendo en sueños, para no pensar, para plasmar los sentimientos, para que tú sueñes conmigo, para soñar en letras altas. Ves a saber, tal vez uno escriba porque no tiene nade mejor que hacer.


Tal vez uno escriba porque no sabe escoger sus renuncias ni olvidar, ni decir que no al último vino, a otro beso, porque siempre le gusta mantener una sorpresa pendiente en tu corazón, una promesa por cumplir. Porque al despertar le asaltan mil dudas, porque cada vez tiene menos certezas, porque no sabe tocar la guitarra y es una manera de dejar música en el viento. 

jueves, 7 de abril de 2016

5 AÑOS


Han pasado ya cinco años…. 365 días por 5 (y un día más porque hemos tenido entre medias un año bisiesto). 5 años, cariño, desde que mi otro corazón empezó a latir en esta tierra y empezó a dar sentido al mañana. Cinco años desde que mi mirada en tus ojos dejó de anidar en otro vientre para iluminar tu vida, mi vida. Tal vez ese día murió alguna galaxia y alguna Diosa triste perdió a su amor porque no fue capaz de rescatarlo del Dragón. Tal vez hace 5 años una explosión en algún sol  lejano atrapó en un agujero negro otras estrellas o tal vez alguien se enamoró por primera vez, tal vez, fíjate, no fui el único que lloró de alegría. Tal vez ese día empezó un viernes eterno para alguien o incluso algún desalmado decidió dejar las armas y convertirse en poeta.  Pero lo cierto, cielo, es que para mi, hace justo cinco años desapareció la escarcha y empezó la primavera.

Traes, como cada año, la primavera en tus manos, y entrelazados en tus dedos las verdades que desmontarán los nudos gordianos que la vida ponga ante nuestros ojos. Tu pelo largo se entrelaza, con el viento de los domingos de abril, en los rizos de tu madre… Y, yo, ya ves encuentro un motivo –el único motivo- para no odiar a los dioses del tiempo. Vienes para traernos esa agua deseada en los campos de cerezos en flor.

Eres, Piccolo, Equipaje siempre dispuesto. Ducha de agua caliente y vaho tras un día frío y gris. Onza de chocolate vespertino tras una jornada de obligaciones y sinsabores. El eje en el que todo gira. La única verdad incontestable. La doma de animales mitológicos. El aroma de las glicinias y magnolias en las noches de lagrimas de San Lorenzo y sus perseidas. El silencioso grito que me recuerda que vale la pena estar vivo. Crecer.

En tu habitación ya no hay leoncitos sonrientes ni jirafas de alto cuello. Ahora la compartes con aviones de papel que salen del cuerpo de la vieja Pachamama e irreverentes y rebeldes (como tú) vuelan con tus deseos y mis esperanzas hacia la luna de cuarto creciente que ilumina tus sueños cada noche.

Los tambores de los dioses cuando repican a alegría, allá tras el arco Iris, o arriba de ese alto monte deben de tener este sonido, ese bum bumm bum bumm bummm bum de tu corazoncito cuando, tras el último cuento de la noche te duermes abrazando mi mano y tu dragón verde con sus alas.


No sabía que los sueños nacían en tus ojos. No sabía que en ti empezaba todo. Sigo caminando a tu lado y siempre lo haré, mientras tenga fuerzas y cuando no también.