Hace más de tres lustros que
conozco a una chica que canta como los ángeles. Haciendo honor a la verdad; muchos
ángeles enajenarían sus alas, venderían uno de sus ojos azules y se raparían al
cero sus bucles dorados, aquellos que normalmente dejan al albur del viento,
para cantar como ella. Borda el Ave María de Franz Schubert, como quien hilvana
hilo negro para coser tu tanguita y que nadie descubra la juerga que acabó al
amanecer, o como las viejas parcas que hilvanan hilo dorado para remendar tu
corazón destrozado por los cepos que el amor va dejando en el camino, a tu
costado. Como os decía, canta maravillosamente bien. Me hizo un regalo; me pidió
que le escribiera una canción, confió en mi sensibilidad (por otro lado, claro
está, discutible) confió en mis letras mis palabras.
Así que me puse manos a la obra,
y esto que os presento es sólo el borrador. Ella, tras leerlo, lo adapto a las
notas, la música, los acordes, a su estilo. Vamos esas cosas que yo no tengo ni
idea.
Espero que guste el resultado, el
poema. Prometo, cuando este musicalizado y cantado ponerlo para que todos lo disfrutéis.
Perdido
y solo sin sonrisa ni paz
andaba
buscando la aguja del pajar
la
canción que no encontraba
mi
vino y mi pan
de
pronto allí estabas
guapa
y frágil como flor sin su tallo
con
tus ojos grandes y tristes
con
tu sonrisa de luna llena
bastó
un instante para prenderme
supe
que escucharías mis latidos
yo
contaría las estrellas de tu espalda,
olvidaría
el olvido,
encontraría caminos despejados
la
hoguera que alumbra abrazos
te
enseñe mis heridas, mi sístole mal remendada
me
mostraste tus zarpazos, el frio en tus manos
compartimos
vino, y tatuajes
el
temblor de la primera caricia robada
un
inacabable segundo en el primer beso
la
lengua en tu boca empapada
Perdido
y solo sin sonrisa ni paz
andaba
buscando la aguja del pajar
la
canción que no encontraba
mi
vino y mi pan
visitamos
la tarde naranja
abrimos
la ventana, saltamos al mañana
perdí
en tu regazo mi vergüenza
perdiste
tu tanga en mi almohada
me
abandoné en tu ombligo
te
encontré en mi pecho
Dormimos
juntos en el suelo
salvamos
las dudas con besos.
Tejimos el porvenir con tu pelo
al
alba nos abrigamos con mis manos
diluimos
en espuma la amargura
plantamos
semillas sin tierra.
El
hilo color café de tu mirada,
zurció los rotos de mi corazón.
el
llanto en madrugada
lo
arregló mi carcajada
fuimos
uno, reímos por mil
burlamos
la desgana y la sinrazón
Contigo
con risas y paz
encontré
la aguja del pajar
la
canción que buscaba
mi
vino y tu pan