El otro día leí una noticia en el
periódico de esas que te hacen parar un rato y dan un soplo de aliento a este
alma cansada del desconsuelo que diariamente habita en la prensa diaria. Era,
en definitiva, una de esas noticias que te reconcilian con el ser humano y
apacigua los vientos de angustia que parecen imperar en nuestros días.
La prensa informaba que la
guardia urbana de Barcelona con carnet de buceo, de modo voluntario y un día al
año, bajan a las profundidades del mar en la costa de Barcelona para limpiar
toda la porquería que allí vamos dejando de manera estúpida. Una de las cosas
que encontraron fue una botella con un mensaje en el interior. Lo primero que pasó
por mi mente fue el bello y sugerente poema de mi amigo Rodolfo, aquí os dejo
el enlace para que leáis el poema:
Más tarde, y conforme iba leyendo
la notica sonreí y una cándida satisfacción, como si fuese un viento del cierzo
que zarandea certezas, empezó a nadar entre la sístole y la diástole de mi
corazón.
La escribió, según dice guardia
urbana de Barcelona tras analizar la letra su trazo y el modo de expresarse, de
una nota escrita por una mujer joven, tal vez, una adolescente. Escrita en catalán,
el idioma de esta tierra. Decía en la carta el amor que profesaba hacia un
chico al que admiraba, pedía que las cosas se arreglaran, que el mundo fuera
mejor, más feliz. Supongo que esa candorosa muchacha no leerá estás líneas. Si
lo haces enhorabuena, sigue así, el mundo será mejor con gente como tu. Sigue
escribiendo cartas, sigue enviando tus deseos al mar y a todos nosotros.
(tampoco llenemos el mar de botellas ni de vidrio, pero si de poesía)
Yo, por mi parte, voy a escribir
mi particular mensaje y pienso dejarlo dentro de una botella del mejor vino de
la Ribera del Duero, si esa que, amigo, me trajiste hace poco de tu tierra.
Pienso en ella, en la carta, pedir muchas cosas a los dioses y al destino.
Que llueva café en el Sahel y que
tras preñar su, ahora, infértil tierra de frutos de esperanza, de comida y
futuro para que los niños que allí hemos dejado olvidados tengan con que llenar
su tripa de comida y sus caras de sonrisas. Esperando que más tarde y cuando
todos estén satisfechos y sonrientes acudan tres magos con trigo y vid, con
juguetes y carcajadas.
Estar dentro de tus sueños, que
sueñes conmigo, ser el arañazo que adorna tu espalda, la herida que ennoblece
el alma. Tu copa de vino, el motivo de tu risa, el orgasmo que palpita entre
tus piernas. El suspiro entretejido en tus manos.
Pediré también, ya ves, que el
buen humor impere en tu vida, y el buen olor en tu cocina.
Encontrar algún día las calles
oscuras y vacías de serenos, a pesar de que, como siempre, habré extraviado las
llaves. Una invitación a la cena con vino de palma en la que los Capuleto y los
Montesco harán las paces.
Pondré en esa botella una
solicitud de fuerza para nunca echarme a un lado cuando vengan los problemas. Vigor
en mis brazos y viento en tu pelo. Aprender a leer tus labios antes de
besarlos. Un jarabe de dulce sabor que cure la idiotez. Un libro con faltas de ortografía.
Que la luna llena me sorprenda navegando entre tus piernas.
Sin más dilación me voy a
escribir mi carta. Si alguien conoce a esa maravillosa persona que dejo su
carta en su botella dentro de mi mediterráneo que le de un abrazo de mi parte.