Aprovechemos este tenue solecillo de tarde de verano, esta vieja mesa de piedra redonda sin dueño ni amo. De las hojas de esta parra preñada de uvas deseando nacer en septiembre y encantadas de darnos sombra, de las hadas y elfos que deben de anidar en sus estambres. De La cervecita fresca y háblame de ti.
De las veces que has andado sola y descalza por la tierra mojada buscando tu corazón y algunas manzanas que lo curen. De tus noches lluviosas de inviernos sin calma, tus silencios, y secretos de luna nueva.
Háblame de ti, de cosas sin importancia. De tu color favorito. De tu número de calzado, (ves a saber, princesa, si algún día pierdes un zapato, lo encuentro y no sé el pie en el que coincide). De tu cantante preferido. De si te gustán los solos de guitarra de slash. De la comida con la que disfrutas. De lo que paso el mayo del año que naciste. De si lees poesía. De que sueles beber cuando estas triste. De que bebes cuando estás alegre. De ese paisaje que quedo en tu mirada perpetuamente soñando. De la peli que más te gusta. Del dolor del primer rechazo. De la alegría del primer éxito. De la borrachera que más te hizo reír. De ese viaje con amigas. Dime si te gusta gusta José Luís Sampedro y su vieja sirena.
Háblame de ti, de las heridas que te ha ido dejando la vida, de las veces que te han derramado sal en ese arañazo profundo y sangrante, dime de las cicatrices que han perpetuado en las entrañas y en el vientre, cuéntame de las que aún duelen en las frías noches de invierno cuando un tenebre viento de recuerdo sopla desde el norte. Dime si te apetece que sople en ellas, las bese para que se alivien en mi aliento y en mi boca. Si bebes café por las mañanas, si te despiertas de buen humor
Háblame de lo que sientes cuando se incumplen las promesas que tan celosamente guardaste en una caja de galletas de frambuesa envueltas en algodones azules. Háblame de ti, cuéntame si alguna vez has sentido que el amanecer no trae más que un nuevo día que tan sólo repite el anterior.
Háblame de ti, dime si te apetece otra Volldam, que sigamos hablando, que sigamos escuchando nuestras historias de dos desconocidos que tal vez se conozcan. Dime si te gusta el vino, la tinta de toro o el ull de llebre.
Háblame de ti, cuéntame de esos sueños que se han trasformado tan sólo en ásperas visiones incumplidas, en quimeras alegòricas de lo que pudo ser y no fue, de lo que debió ser y no se cumplió. Del humo perdido en esperanzas vanas.
Háblame de tus miedos y tus certezas. Miénteme un ratito diciendo que tú nunca mientes. Háblame y dime si te apetece que alguien esté a tu lado cuando te duela la cabeza y el alma para ofrecerte un zumo de naranja exprimida a mano y dejado con un beso en tu regazo junto a una caricia en forma de abrazo.
Cuéntame si alguna vez has soñado en perderte conmigo, o sin mi, en alguna playa paradisíaca sin números ni letras, desierta de dolor y de rabia de monotonía y de leyes, de normas, embargos y alquileres. Háblame de ti y dime si a veces te gusta estar sola.
De las veces que has andado sola y descalza por la tierra mojada buscando tu corazón y algunas manzanas que lo curen. De tus noches lluviosas de inviernos sin calma, tus silencios, y secretos de luna nueva.
Háblame de ti, de cosas sin importancia. De tu color favorito. De tu número de calzado, (ves a saber, princesa, si algún día pierdes un zapato, lo encuentro y no sé el pie en el que coincide). De tu cantante preferido. De si te gustán los solos de guitarra de slash. De la comida con la que disfrutas. De lo que paso el mayo del año que naciste. De si lees poesía. De que sueles beber cuando estas triste. De que bebes cuando estás alegre. De ese paisaje que quedo en tu mirada perpetuamente soñando. De la peli que más te gusta. Del dolor del primer rechazo. De la alegría del primer éxito. De la borrachera que más te hizo reír. De ese viaje con amigas. Dime si te gusta gusta José Luís Sampedro y su vieja sirena.
Háblame de ti, de las heridas que te ha ido dejando la vida, de las veces que te han derramado sal en ese arañazo profundo y sangrante, dime de las cicatrices que han perpetuado en las entrañas y en el vientre, cuéntame de las que aún duelen en las frías noches de invierno cuando un tenebre viento de recuerdo sopla desde el norte. Dime si te apetece que sople en ellas, las bese para que se alivien en mi aliento y en mi boca. Si bebes café por las mañanas, si te despiertas de buen humor
Háblame de lo que sientes cuando se incumplen las promesas que tan celosamente guardaste en una caja de galletas de frambuesa envueltas en algodones azules. Háblame de ti, cuéntame si alguna vez has sentido que el amanecer no trae más que un nuevo día que tan sólo repite el anterior.
Háblame de ti, dime si te apetece otra Volldam, que sigamos hablando, que sigamos escuchando nuestras historias de dos desconocidos que tal vez se conozcan. Dime si te gusta el vino, la tinta de toro o el ull de llebre.
Háblame de ti, cuéntame de esos sueños que se han trasformado tan sólo en ásperas visiones incumplidas, en quimeras alegòricas de lo que pudo ser y no fue, de lo que debió ser y no se cumplió. Del humo perdido en esperanzas vanas.
Háblame de tus miedos y tus certezas. Miénteme un ratito diciendo que tú nunca mientes. Háblame y dime si te apetece que alguien esté a tu lado cuando te duela la cabeza y el alma para ofrecerte un zumo de naranja exprimida a mano y dejado con un beso en tu regazo junto a una caricia en forma de abrazo.
Cuéntame si alguna vez has soñado en perderte conmigo, o sin mi, en alguna playa paradisíaca sin números ni letras, desierta de dolor y de rabia de monotonía y de leyes, de normas, embargos y alquileres. Háblame de ti y dime si a veces te gusta estar sola.