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martes, 30 de marzo de 2010

WINNIPEG.

La palabrita no es una de las palabrotas inventadas por Chiquito de la Calzada y su particular mundo, aunque bien podría serlo. Más adelante ya entraremos en el titulo de este post.

El caso es que el Jueves 25 de marzo parecía un buen día, a las 7.45 me encontraba yo ufano y con cara de sueño dispuesto a hacer algo de ejercicio y machacar el cuerpo, por vete tu a saber que motivo, y con el café de la mañana del bar del gimnasio cojo el diario que por ahí hay tirado, nuevecito, -claro tan temprano- era el periódico , no es que me entusiasme pero esto es lo que hay y lo primero que leo en titulares es lo siguiente; UNO DE CADA 4 CATALANES VOTARÍA UNA LISTA XENÓFOBA. Tócate los cojones, un 25% ostia puta, pues vamos bien. Decido no seguir leyendo la noticia, pero claro la curiosidad mato al gato. Siguen en la página uno y dos con datos, encuestas y más mierdas. Un 64% de los catalanes se muestran contrarios a que los ayuntamientos empadronen a “sin papeles”… y un 48% opina que la inmigración es mala para el país.

Por cierto la expresión de “sin papeles” me pone de una mala leche que ni te cuento. Más que nada porque le pregunté a mis papas con que papeles nací yo (y si venían en catalán o en castellano) y me dijeron que vine al mundo desnudito, sin papeles y sin excusas, desnudito lleno de sangre y llorando. No sólo por eso me pone de mala leche sino porque, no se vosotros, pero al menos yo si algún día las cosas por aquí se ponen de color gris y por allí están más dulces, yo me iré “allí” y me preocuparé un carajo por los papeles.

Lo cierto es que mientras sudaba con un cochino jabalí no podía quitarme el sabor amargo de la noticia de la cabeza ni del corazón, ni tan siquiera la cuarentona y su culito embutido en unos leguins color blanco apretaditos y de talla 38, máximo, que hacia steps delante de mi me hacía desembarazarme de la sucia sensación de vivir rodeado de racistas.

Seguía sudando y pensando en la noticia, y es que, amigos, la mayoría de los encuestados relacionaban inmigración con: Robos, Asesinatos, Extorsiones, Miseria, Secuestros y Violaciones. Ahhhhhhhhhhh!!!!!! Claro ahorita lo entiendo todo. Como todos sabemos en España nunca hasta que vino el primer Inmigrante habían habido Asesinatos, robos, extorsiones, miseria, secuestro violaciones ni malos tratos.

A lo que vamos, la palabrita. Winnipeg, fue un barco que el poeta Pablo Neruda ayudó a llevar desde el puerto francés de Trompeloup a Valparaíso, Chile allá por el año 1939. El barco, un carguero francés que no estaba diseñado ni preparado para llevar personas, lo llenaron a rebosar de Exiliados Españoles, gente que huía de Franco, de la Miseria, del hambre y de la guerra. Nuestros abuelos se fueron cargados con la misma esperanza, sueños e ilusiones que muchos ahora se amarran a la espalda para atravesar los ríos, los montes y los estrechos que los separan de sus sueños.

Vamos, que somos todos emigrantes, y nosotros, más que muchos. Siempre nos hemos ido cargados de esperanza allá a donde hemos ido, me irrita que esa esperanza haya retornado en modo de olvido de amnesia. No comprendo cómo, precisamente nosotros que somos un pueblo que tiene tatuado en su piel de toro la emigración, las rutas de salida de sus hogares hacia el norte y el sol poniente, no entendamos y además critiquemos la inmigración actual.

Yo personalmente si algún día he de cerrar las puertas y las ventanas de mi hogar porque este se está desmoronando lo haré con una lagrima en las mejillas, cogeré a los míos, daré un portazo y me iré sin mirar atrás a algún lugar en el que pueda tener un futuro sin importarme ni los papeles ni los permisos.

Y en honor a Pablo Neruda y en agradecimiento de lo que hizo por alguno de “mis abuelos” me despido con sus palabras:

Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario
El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.

martes, 23 de marzo de 2010

PETITE MORT

Hace años que leí o escuché por primera vez esta expresión francesa, y me sorprendí, supongo, al saber que nuestros vecinos galos la utilizaban para describir, para nombrar un orgasmo. Ese momento en que el cuerpo parece desembarazarse del alma, en el que el mundo se para, el universo sonríe, Ese instante maravilloso y efímero que de tanto en tanto disfrutamos y en el que no te importa que fuera de ti estén esperando mil flores o mil problemas (ese que algunas mujeres, desgraciadamente, dicen no haber sentido nunca… chicos algo hacemos/hacéis mal, chicas que no os corréis algo hacéis u os hacen mal)

En todo caso me hizo gracia las palabritas, pequeña muerte, parece que se traduce –claro yo es que como Víctor Manuel el único francés que supe y que sabré nunca fue culpa de ella, o a estas alturas de la vida el que me enseñaron ellas- y digo yo, que, coño, más que pequeña muerte debería de ser pequeña vida ¿no? Más que nada porque no se me ocurre nada más vital, más unido a la vida, a la pasión, a los sentidos que un orgasmo.

Por otro lado también cabría elucubrar a que se querían referir los franceses (y algo me dice que de sexo esta gente sabe, me remito a Donatien Alphonse François de Sade, vamos al marques de Sade y sus historias de Aline y la virtud)

A ese sexo pausado, calmado como las frías noches serenas e iluminadas por las pléyades del invierno, en las que a la orilla de la chimenea, y con el calor de un buen vino tinto de la ribera del Duero haces el amor con alguien que quieres, o que no. De modo cadencioso, besando sus heridas, acariciando con tus dedos y la palma de tus manos sus deseos y los rincones de su espalda, cada una de sus vertebras marcadas, para acabar lamiendo pausado su cuello y enredándote en su pelo. Besando sus nalgas. Con el ritmo tranquilo y acompasado de las virutas de humo de un incienso olor a canela y agradable miel. Haciendo poesía con las miradas los movimientos, alargando el placer. Mirando sus ojos. Prolongándolo en la noche como la luna buscando su cuna del día. Penetrándola despacio y suave como al compas de una ligera canción de Mary Black o de Clannad.

O quizás se refieren, no se yo, a esos polvos salvajes a ese sexo puro y duro, a cuando follas con alguien a quien amas, o que no. En la arena de playa de Verano, con la furia de las tormentas del solsticio de estío fuertes descaradas, descontroladas, cuando nada de lo que pasa a tu alrededor te importa. Tan sólo el macho desatado en ti por la hembra que hay en tus brazos arañándote y mordiéndote al alma (o dos hembras o dos machos o las combinaciones que uno prefiera) esas ocasiones en que surge el animal, y bien está, así desatado y bravo. Tomas a ese ser importante siempre, o al menos imprescindible en ese momento, en tus brazos lo alzas al viento, le aprietas contra la pared de las rocas sin sutilezas, quizás violento, quizás descontrolado y notas como sus uñas se clavan en tu espalda, en tu pelo y te hacen daño, y no te importa, y tu sabes que tu barba de 2 ó 3 días esta destrozándole, en el mejor de los casos, la boca, o el sur del ombligo y tampoco te importa absolutamente nada, seguro que en ese momento la balanza injusta de placer y dolor se inclina al placer y finalmente acabas/ais corriéndoos, como un solo de guitarra eléctrica de Slash de Guns and roses, a la Luz de la Luna envidiosa y cachonda y acabas riéndote y abrazado, mientras las olas del mar golpean tus tobillos.

Vamos que más que pettie mort, yo le daría otro nombre, porque creo que en cada orgasmo de cada uno de nosotros, la parca, Hela, Naftis, Coatlicue, Morrigan, Epona, Thanatos Hades y Perséfone y el resto de fríos dioses/as de la muerte se retuercen en sus infiernos.

jueves, 18 de marzo de 2010

HOY ES PARA LOS PAPAS.


Lo cierto es que jamás me entusiasmaron los días de…. Los enamorados, las madres, los enfermos de estupidez, las rosas o los pingüinos anarquistas (cada día es un buen día para todo) pero, vamos, el mundo es el que es y las cosas son como son.

Así que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que pronto hay Luna Nueva y que en breve será el día del padre me gustaría dedicar estas letras que de ser palabras las susurraría al viento del cierzo pero que por escritas golpeo en mi ordenador desde una terraza de playa y con un vinito blanco en mi costado, con este vergonzoso sol de principios de primavera.

Yo pertenezco a esa generación cuyos padres no pasaron los horrores de la guerra pero si las impresentabilidades de nuestra dictadura, de esos que corrieron ante los grises, y andaban por mayo del 68 buscando arena de playa bajos los adoquines de aquí o de allá, esos que soñaron un mundo mejor, esos que trabajaron más horas que diez relojes juntos, y que a pesar de no pasar hambre y tener lo esencial no tenían de casi nada (no como nosotros que tuvimos de casi todo) esos que se manifestaban, esos que ya no están en la flor de su vida….

Y mirar, que ser padre debe de ser duro, entre otras muchas cosas porque da la sensación que el mero echo de serlo te relega a segundo lugar, parece que la madre es, no se como decirlo, como más importante ¿no? Al refranero popular me remito “madre no hay más que una” “la madre está clara, el padre…” y otras mucho más soeces “paque” engañarnos. Vamos que da la sensación que el varón, en aspectos de cariño filial, se desvaneciera bajo la capa de amor y responsabilidad de la madre.

Así que creo que no estaría nada mal hacer un homenaje a esos padres abnegados que con el hilo verde de sus ojos tejen historias fantásticas e increíbles para sus pequeños, recién duchados, recién acostados, recién besados, y una vez más queridos. Que dejan el trabajo y las obligaciones a medio hacer para fabricar caballos de cartón y barcos de madera con los que navegar con su/s hijo/s por islas soñadas, sin normas, sin ley, sin mayores y con golosinas esparcidas por el suelo. Los que te llevan de caza por el bosque en busca de animales imaginarios o reales armados con su sonrisa y con una lanza encontrada en el camino (como anécdota personal recuerdo que una de las pocas veces que nevó en Barcelona mi padre se fue a trabajar, yo me quede llorando por que enfermo de ves a saber que no podía ir a la calle a jugar con la nieve. Mi padre dejó un rato el curro –y en esa época no era para dejarlo mucho- me subió a casa un montón de nieve y en el comedor jugamos con ella y con un muñeco que hasta nariz de zanahoria tenia oye)

Dedicárselo a aquellos que en las primeras noches calurosas de verano de la adolescencia aguantan resignados tus primeras borracheras, tus primeras locuras al volante, tus incansables horas enganchado al teléfono fijo de casa diciendo a tu novia del otro lado –cuelga tu- -no cuelga tu-, los que a pesar del miedo a que viajes sólo, fuera del país, te aconsejan, enseñan lo que saben y con el corazón en un puño te despiden en el aeropuerto.

Los que jamás dejaran de luchar, esforzarse, preocuparte y sufrir por ti. Por mayor y adulto que tu seas o por viejo que sea él. Así que desde aquí y sin motivo aparente sin excusas ni porqués brindo con mi mejor vino por todos esos papas… y les agradezco la cama siempre hecha, la mesa siempre puesta y los brazos siempre abiertos.

domingo, 14 de marzo de 2010

ME DAS TU MANO?

No estaría nada mal, que no volvieran a existir, nunca jamás, manos abiertas pidiendo limosna, suplicando pan. Que tan sólo se abran desnudas al cielo para sentir en las palmas, donde ningún Dios ha escrito tu destino, las gotas de lluvia fresquita de agosto.



Estaría muy bien, que ninguna mano se cierre para tomar el fusil de la venganza y la espada del desconsuelo eterno de enesmitad entre iguales, que los puños se aprieten, con fuerza, tan sólo para embridar los caballos de la alegría esos que jocosos se dignan dejarse montar algunos días.
Sería maravilloso poder envidar al destino, estafar a la parca con un fuerte apretón de manos enmarañadas con fuerza y deseo.
Y qué tal? Si las manitas de los niños de aquí o de allá jamás vuelven a tomar una herramienta para trabajar, ni una piedra para tirar
Que sugestivo sería poder dejar mis trabajos, descuidar mis obligaciones y embaucar las manos de una costurera para que me cosan el delantal de alfarero que da forma a tus nudillos y esculpir tus pintadas uñas, para que luego se recreen por mi espalda
Y puestos a pedir seria estupendo que al final de la línea de la vida de la palma de tu mano estuvieran unos sosegados dedos desnudos sin anillos ni brillantes que den cuerda a mi reloj.


















martes, 9 de marzo de 2010

RELOJES DE ARENA Y VIENTO.

No se, yo, muy bien si ahora es momento de hacer balance con el tiempo, de pedirle explicaciones intentando sacarle los colores, por ingrato por cruel y por hijoputa. Aunque haciendo honor a la verdad, no se si existe algún “ahora” para repasar esa cuenta de los años – a perder y con descuento- Lo que si se, es que el tiempo es un Dios cruel. (Castró a su propio padre con una hoz regalo de su madre. Bien es cierto que de la sangre que salpico surgió la isla de Corfú y del esperma vertido en el mar, y muy cerca de esa isla entre espumas blancas de semen, nació Afrodita diosa del amor)

No es de extrañar que con ese carácter a nosotros, simples mortales, nos llene de canas, de arrugas o de botox para taparlas. Nos obligue a vivir encerrados en un reloj de arena agitada por el viento, y al que, desgraciadamente, no puede dársele la vuelta, para volver a empezar, para enmendar errores, para vivir de nuevo lo que ayer te dejaste por hacer, por beber, por comer, por follar, o por descansar. O para tomar los caminos que una vez rechaste por escoger otro. O que coño, simplemente para vivir más años.

Pero del mismo modo que el acto cruel de la castración de Urano trajo algo positivo: El nacimiento de Afrodita y por ende del amor, el impasible e imparable paso del tiempo también tiene efectos positivos en nosotros.

Con el paso de los años y las naranjas te vas dando cuenta de que papa no es Superman, con el paso de las nueces aprendes que ninguna falta le hace, que es maravilloso aunque no perfecto. Sabes que para despreciar el conocimiento de las cosas tienes que aprenderlo. La, casi siempre, inútil, infundada y gratuita rebeldía sìempre dispuesta a pelear de la adolescencia y post-adolescencia va dando paso a… como decirlo?? A una adaptación al medio.

Y no se trata de que los otoños vayan atontándote o desbravándote y te haga desistir de tus ideas y sueños de juventud, no que va, simplemente te hace más experimentado, más diestro en conseguir aquello que quieres, más humilde para aceptar lo que jamás conseguirás. Te da la certeza de que no vas a cambiar el mundo, ni el propio ni el ajeno, y te deja en algún rinconciño escondido la posibilidad de que quizás si… También te va mostrando un universo más real, más injusto y prosaico y menos poético de lo que te gustaría, pero más cierto.

Y pasan otoños, y aparecen canas, y caen nueces y castañas y nuevas olas de nuevos veranos siguen viniendo y traen la convicción de las cosas que nunca conseguirás de las cumbres que nunca subirás, y las muchas que has conseguido y de las tantas que te quedan por conseguir.

Es como si ese Dios cerrilmente cruel y espantoso se encargase de enviar tu ilusión e inocencia al mismo lugar al que envío los cojones de su padre. Y no es cuestión de dejar la ventana abierta y la luz encendida por si esa ilusión e inocencia quieren volver. No volverán. Y no volverán porque esa inocencia, fuerza e ilusión con la que venimos al mundo NO se han ido, no han desaparecido. Están ahí.

Ocurre que los minutos, cervezas y años los ha transformado, metamorfoseado como si del Gregorio Samsa de Kafka se tratara. Y consecuentemente esa ilusión, fascinación e inocencia y otros muchos sentimientos vicios y virtudes crecen también y quiero creer que mejoran con el tiempo.

En todo caso, sigo sin saber si ahora es tiempo de rendir cuentas con el tiempo, de enfrentarse a él (total paqué? Si es batalla perdida) de pensar si estoy o no en el medio de mi vida –“quilosa”- además para eso esperare a volver a poner un cero tras un nuevo número en mi personal calendario de años. Mientras tanto seguiré odiando a todos los dioses del tiempo por ingratos por crueles y por hijoputas.

miércoles, 3 de marzo de 2010

MIRAR A OTRO LADO



En ocasiones no somos más que lo que nunca hemos prometido, o que las promesas incumplidas. Incluso las incumplidas a nosotros mismos. O somos tan verdad como los compromisos cumplidos, aún a desgana, aún a contrapelo, aún con dificultad


Y promesas nos quedan a todos por cumplir. No sólo la de ir al gimnasio a partir del día 8 de enero o adelgazar un poco. Promesas como las de no mirar a otro lado, de no girar la cabeza hacia los carruseles de colores brillantes cuando al otro lado vence el gris por goleada al arco iris. No girar la cabeza ante las injusticias. Ni ante las enormes y sobrecogedoras como las últimas desagradables sorpresas que, la ya hastiada, madre tierra nos ha brindado en Chile en Haití, o el hambre y miseria que azota a millones de personas en muchísimos lugares del planeta. -Esas son tan desmesuradas que por desgracia poco podemos hacer.- Sino no girar la mirada ante las pequeñas injusticias que todos cada día vemos en nuestros trabajos, en la calle, en casas…. En fin en la vida cotidiana.


Aún así siempre se puede hacer algo. Todos tenemos nuestros problemas y dependiendo de donde naciste, de cuando, si en sabanas de seda o en un sucio trapo de miseria, incluso si el destino, los dioses o la biología genética te han dotado de belleza e inteligencia o de todo lo contrario, tendrás unos u otros problemas y con ellos deberás de bregar. Pero tengo la impresión de que la mayoría de los que vivimos en este aquí y ahora, en este pedacito de occidente deberíamos de hacernos la promesa de intentar que nuestro bienestar se esparza como una mancha de aceite hacia otros lugares. La obligación de devolver un poco todo lo agradable y positivo que tenemos el placer de disfrutar. Devolver algo al mundo, cada uno a su manera, cada uno en su posibilidad….


Me han hecho la oferta de ir a Haití a hacer fotos de lo que allí pasa e intentar conseguir fondos para llevar el máximo de todo aquello que necesitan. Desgraciadamente, y por motivos personales que ni importan ni contaré aquí ni ahora, no podré ir. Otra vez será (aunque me gustaría que no hubiese otra vez, se que la habrá…) En otras ocasiones si que he ido a otros lugares a llevar aquello que nos sobra y que a ellos les falta. A fotografiar todo aquello, para intentar que dejemos de mirar a otro lado, siquiera un ratito, siquiera un instante. Lo cierto es que mi mochila de todas partes siempre ha vuelto más llena de lo que se fue. Aquí os dejo unas fotos, casi todo esto está más o menos a 29º49’159’’Norte 006º10’273’’Oeste. Vamos a pocos minutos de tu corazón.