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miércoles, 28 de enero de 2015

DEL INFIERNO Y SUS LLAMAS.


En estos días supervivientes de los campos de concentración nazis y otras personas a los que les duele esta herida, (a los que nos duele esta herida) están realizando ofrendas florales, encendiendo velas en el muro de la muerte de Auschwitz. Velas que pretenden recordar el horror y ser flamas que centelleen en las pupilas de todos los que recordamos que existe el infierno, que está aquí, que lo hemos construido nosotros. Sigue estando en algunos lugares y  nada nos garantiza que no vuelva a estar al final de la vía de un tren que pase por nuestra ciudad.

En estos días se  honra la memoria de hombres, mujeres y niños que fueron asesinados y torturados vilmente por unas mentes que asolaron todo nuestro continente llenando los campos, las veredas del camino, las calles, los pueblos y ciudades de angustia desesperación, miedo  y muerte.  Dejando en el aire el desagradable olor de la pesadumbre, el pavor calado en los huesos, el terror y el desasosiego constantemente en las manos y el desconsuelo que convierte la tierra que pisas en el más cruel de los infiernos ideados por Dante.

Auschwitz fue el campo de concentración más grande puesto en marcha por la Alemania nazi, donde entre 1940 y 1945 fueron asesinados millón y pico de personas, tan sólo por ser judío, gitano, homosexual o simple y llanamente disidente de las “”ideas”” que querían imponer unos cuantos (muchos, muchísimos. No lo hizo  sólo Hitler, o aquí, en casa, Franco). Y esto no lo hizo Satán, Belcebú, Hades, Hela ni ningún demonio. Lo construyeron hombres y mujeres con sus manos y sus perversas y pérfidas ideas sobre como debería de ser el mundo.

Las llamas del odio quemaron libros y abrasaron cuerpos. Dejamos de construir palacios de cristal, edificios donde leer poesía y arropar a los pequeños, parques o jardines. Construimos, infiernos en este planeta que moramos, en ocasiones con gloria y muchísimas veces con pena, incluso el mismísimo Lucifer se estremeció en su cómodo sillón al ver tanta ignominia en la tierra.

Los hombres y mujeres que hollamos este planeta construimos dioses y demonios, creamos paraísos e infiernos en los que encendemos hogueras de pánico. Llamas, que desgraciadamente aún alumbran y calienta las manos de partidos como el Jobbik húngaro, el amanecer dorado en Grecia, el partido Nacional Británico, el Partido Nacionaldemócrata alemán… y tantos otros.

Lo único peor que el olvido sería que volviera a pasar. Aquí está mi homenaje a todos los millones que murieron de un modo tan estupido, cruel y pornográfico, aquí va mi deseo de que la bondad de los dioses que hemos creado no nos abandone, que la esperanza no se pierda entre las llamas de aquel infernal pasado. Tal vez habite en nuestro espíritu la esencia de los dioses y la crueldad de los demonios. Tal vez tengamos construidas con fuertes piedras en nuestros corazones un infierno y un Paraíso. Depende de que llave queramos utilizar, que puerta queremos abrir….




1 comentario:

  1. Has puesto palabras a mucho silencio...Cómo no unirme a ese deseo...


    Siempre es grato volver!!Bsazo

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