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miércoles, 21 de octubre de 2015

DÉJAME.


Déjame que desenrede la madeja de dudas que se agazapan y habitan en tu pelo,  mientras, dame aire con la ternura del abanico de tus pestañas. Saborear de tus labios el vientecillo de libertad que mece las hojas de las jacarandas en este recién nacido otoño.

Déjame que escriba con hielo, en tu espalda desnuda, una poesía de esas que no borra el tiempo y que quedan acurrucadas por siempre entre las manos de tu alma.

Déjame pasar los inviernos bajo tu piel y buscar contigo un Shangri-la perdido en el que no se encuentre ni James Hilton ni las tediosas horas del inapetente devenir diario. Sin relojes ni calendarios  ni rutinas. Un lugar en el que poder compartir sonrisas, abrazos y vinos. Un lugar en el que volver a mostrarte mis heridas y soplar en las tuyas.

Déjame hacerte un abrigo con hojas de romero y arrullarte con la lumbre de mi pecho en las primeras noches de noviembre. Déjame,  eso si, las puertas abiertas por si quiero que me dé el aire. Deja miguitas de pan  por si me pierdo poder encontrar el camino de regreso al cielo del paladar de tu boca. Déjame imaginar tu cuerpo desnudo, el color de tu ropa interior, que me pierdo entre tus piernas y en el hueco de tu ombligo, d´jame que lo imagine y después… sácame de dudas.

Déjame que me refugie las lluviosas noches de enero en esa trinchera que hace el hueco de tus manos que me emborrache con tu aroma y el licor de tu boca para soportar mejor el relente de esas noches.

Déjame ser la crisálida en la que crezcan las alas de tus anhelos el olor a camagrocs en las últimas tardes de octubre. Tu abrigo cuando la escarcha helada deje las calles de nuestra ciudad llenas de humedad y frio.


1 comentario:

  1. Ufff...
    Yo te resuelvo las tuyas, pero sácame tú de dudas, Carlos!!! Pocas no tengo...
    Jajajajajj
    Estoy deseando volver a cruzarme contigo!!! Muack

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