Me gustaría escribir el poema que
te debo desde siempre, aquel que prometí una noche de verano y lagrimas de San
Lorenzo en el mar, esa poesía que mordería al olvido, y derrotaría la amnesia
que la monotonía de los años deja en la piel. Un verso que nos diga que por
muchos años que pasen siempre es ayer, siempre el primer día de bares y copas
junto a preciosos pueblos en la costa. Que nos diga que siempre es abril en
nuestra cama. Bueno!!, mi prosa quiero decir.
Pero, ya ves, me siento aquí con un
vino de tinta de toro, con tu pluma de tinta azul de búho enamorado de alondra,
un papel en blanco por emborronar, y lascia
ch’io pianga envolviendo este loco aire de primavera que anuncia lluvia y
tormentas, con el rumor de tu recuerdo en las pupilas. Con las ganas de
escribir
Fíjate, no “me se ocurre nada” –que
diría el maestro-. No sé como hablar de ese adiós que aún oliendo a mentira dolía
como sólo duelen las verdades que se quedan alojadas en el interior del cuello
y que como una corona de espinas en la
traquea te impiden respirar.
Como hablar de las añoranzas de
las mañanas y de ese desconsuelo que queda en los dedos las tardes de otoño
lluviosas y de niebla. Esa desazón desnuda que tiembla en las viejas heridas
laceradas en la piel, esas que jamás se
han curado del todo y que escuecen un poquito más cuando arrecia la lluvia y
bajan de las montañas los fantasmas sin cadena de un pasado que ya marchó.
Me gustaría escribirte un poema,
pienso, mientras doy otro trago al vino destemplado en el que no se encuentran
las rimas ni los sonetos. Una poesía que hable del tiempo en que olían tus
manos a libros a futuro a viajes a tinta en el tintero, a esas horas en las que
imaginaba aroma de romero en tu pelo. A esos momentos, en los que pensaba; que
demonios, por más tiempo que pase, si tú no estás, en algún momento siempre te
echaré de menos.
Y sigue pasando el tiempo, ya
ves, y se acaba el vino y parece que el viento de primavera por fin traerá la
lluvia de mayo. Pero que tan sólo ha traído un folio emborronado de tinta azul
y que en realidad no dice nada. Tan sólo dice que no sé escribir poemas, y que,
tal vez, te lo siga debiendo.
No queda más que rendirse a la
evidencia, hacer una pelota con el enésimo papel que no ha visto nacer las poesías
que me debo. Queda la incerteza de si los poemas se esconderán tan sólo en los
corazones doloridos y destrozados, en aquellos que, melancólicos, están cerca de la pena. La posibilidad de que un
hombre alegre y un corazón contento como el mío sea incapaz de escribir los
poemas que debo.
Pero no me olvido. Algún día
abandonaré esta prosa, me enamoraré de un verso y los escribiré para ti. Mientras, me invitas a
otro vino?
Seguro que te invitará a ese vino…y seguro que te enamorarás de un verso, y lo escribirás precioso…pero nunca abandones la prosa! ;-)
ResponderEliminarUn placer leerte amigo...
Bsos!!
También prometo no dejar esta prosa...... Mientras siga interesando.
ResponderEliminarUn placer tu comentario amiga