Seguidores

miércoles, 22 de febrero de 2012

UNA CERVECITA.

Por este blog hemos hablado de muchas, muchísimas cosas. Incluso de café. Incluso de la ausencia de los dedos en la espalda. Creo que ya es hora de tomar una cervecita, de relajarnos de tantas recortes, de tanta mentira, de tanta oscuridad presente y tanto gris de futuro.


Y digo yo, que mientras el ser humano sea capaz de tomar algo tan sencillo como un puñadito de lúpulo, cebada y levadura mezclarlo con agua limpia y pura. -Si ese agua que sirve para limpiar tu pelo, para lavar tus manos, para refrescar tus senos, para depurar mi alma-, y mezclándolas calentándolas y enfriándolas durantes unas cuatro, cinco o seis semanas es capaz de hacer una bebida como la cerveza y su espuma. Mientras eso pase es que algo bueno queda en la humanidad. Ya ves, tal vez la esperanza.

Es tan maravilloso compartir una cerveza o dos o tres o… con amigos. Beberla “amorro” de la botella antes de entrechocar unas con otras como si entrechocásemos nuestras manos. Rubia, fría, espumosa. Mirar al mar y sus olas y recordar viejos momentos, en los que éramos más jóvenes, y tal vez más bellos, y tal vez más felices. Tiempos en los que dejábamos la ropa y los corazones colgados de ves a saber que tenderos y que tanguitas morados compartían esos cordeles. Otros, en todo caso, éramos otros. En ese momento parece que seamos los mismos, las mismas ilusiones, las mismas sonrisas, las mismas caras de complicidad y camaradería que cuando suspirábamos por cuerpos ajenos e inalcanzables. Los mismos jóvenes soñadores con los bolsillos vacíos de monedas y llenos de futuro y esperanzas. Otra cerveza amigo, otra cerveza para seguir soñando. Seguir recordando los lunes a la luna y los baños bajo las estrellas.

Que me decís de esa pinta de cerveza negra, densa y con espuma espesa y plúmbea. Cerveza venida de ese norte hermano. Bebida mirando los ojos queridos, las pestañas soñadas, los labios besados. Los rizos perdidos. Compartida mientras compartes vida y fantasías, sueños y esperanzas. Esa cerveza que empapa tu garganta y espíritu al sonido de lauds y gaitas. Esa que parece robada de los recovecos escondidos de aquel poema de Benedetti que dice

"defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres"

Esa cerveza que siempre trae bajo el brazo tu mejor amigo/a en ese instante en que es preciso emborracharse por el amor llorado, la que empapa y ahoga las malas rachas que siempre se acaban. Es verdad que en esas jarras de cerveza no cabe todo lo que pensabas que deberías haber dicho o hecho. Es verdad. Pero que más da. En ocasiones un par de litros de vida ayudan a poner un poco de alcohol a esas heridas que nunca curan.

Y, al menos a mi, me resultan especialmente gratas esas cervezas que bebes acompañado sólo de ti mismo, de tus fantasmas y tus ángeles, de tus recuerdos y tus sombras. Esa que tomas tirado en la arena de la playa, o en algún bar cercano, leyendo la prensa para entristecerte, algún buen libro, o alguno de vuestros blogs o escribiendo algún buen post (esto, lo de buen post, es discutible claro está) Dejando que el sol acaricie tu frente, que la bebida calme tu sed y refresque, despacito, sin prisas, así cadenciosamente tu garganta y tus pulmones. La que bebo en una jarra de barro blanca robada, fría, helada recién sacada del congelador, mientras cocino para ti, preparando con mimo, casi acicalando los alimentos y viendo como las viandas cuecen en alguna perola y el tiempo pasa despacito por mis dedos, y el viento sopla pausado tras el balcón y las ventanas.

O esa cerveza, pequeña, (caña o quinto lo llamamos por aquí) que bebo nervioso mientras te espero en el restaurante de turno.

Esa agua bendecida con malta dulce y lúpulo amargo que invita a compartir sonrisas y fraternidad que afianza las relaciones en ese primer encuentro cuando coincides con alguien que hueles que te gusta, que hueles que tu gustas a ese alguien. Ese momento en que tras el penúltimo trago empiezas a enseñar tus heridas a mostrar esas cicatrices que el tiempo, las caídas y el desamor escarificaron en tu piel, dejó en las arrugas de tus ojos y en el blanco de tu pelo

No se tu, pero yo me tomaría una cerveza. Te apuntas?

11 comentarios:

  1. Me encanta la cervecita helada en verano y en invierno y lo que más me gusta es ese ratito de cabeza hueca que me queda después de tomarla... o sola o...con amigos. Me invitas? Lola

    ResponderEliminar
  2. A una cerveza me apunto siempre.
    Como dicen por aqui yo invito y tu pagas :))

    Un besazo!!!

    ResponderEliminar
  3. Yo juraría que te había puesto un comentario. Se ha borrado? Me invitas a una cervecita que me encanta? Un beso Lola

    ResponderEliminar
  4. Mira, pues sí, yo me apunto porque bien sabe Dios que me está haciendo mucha falta.

    Saludos, y chin-chin

    ResponderEliminar
  5. yo no soy de cervezas...se acepta el tinto de verano? o una copita de vino en si misma tambien!

    ResponderEliminar
  6. Señor, eres un auténtico maestro! Este post es increible, mezclando la descripción de una bebida con cada arruga de la vida, cada cicatriz q sin preguntar nos regala el tiempo en nuestra piel... Me quedo sin palabras para explicar como me has transportado con este texto a un encuentro con amigos, ahora q estoy aquí solo en el despacho del trabajo con ganas de ir a comer!!

    Una abraçada artista!!

    ResponderEliminar
  7. No soy una fanática de la cerveza, pero si de compartir amigos, así que nada me apunto.

    Un besote.

    ResponderEliminar
  8. De vegades, els descansos de les canyes compartides es converteixen en imprescindibles. Quasi com el teu blog. Gràcies per desengreixar, per uns moments, la realitat.

    Bes.
    M.

    ResponderEliminar
  9. Me apunto, y descrito todo así de esa manera, cómo negarse entre amigos a compartir frases y emociones..... un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. yo si una alhambra de botella verde
    dicen... se cuenta , se rumorea...
    que mejoro mucho con una cerveza !!! jaja
    un beso

    ResponderEliminar
  11. Me ha encantado el post. Y me tengo que ir ya mismo a tomar una cerveza. Me encanta.

    ResponderEliminar