Seguidores

miércoles, 11 de enero de 2012

PRIMERAS VECES

Resulta, como mínimo, curioso como conforme los años nos van tiñendo el pelo de canas, el contorno de los ojos de arrugas, la piel de sal y el alma de belleza las primeras veces son cada vez menos. Son menos porque el tiempo te ha ido haciendo pasar por todos los aros, por todos los ríos y por algunas miradas. Aún así esa sensación de burbujas en el pecho, de efervescencia en el esternón y en las uñas que da las primeras veces no lo da casi nada en el mundo. No sé, tal vez tu pelo de nuevo enredado en mi barba.

Quien no recuerda la primera vez que deposito sus esperanzas en un viejo bote de cristal, esperando que no pase nada, que el tiempo las respete, que sobrevivan a la desesperanza que en ocasiones se posa en los bolsillos de tu ropa mojada y recién tendida.

La primera vez que dejas tu inocencia y tu sexo enredado en otro cuerpo, en otro pelo. La primera vez, en esa primavera de la inicial juventud, en la que acaricias otros brazos, otro vientre, lames otro sexo, besas con ese sabor a dulce vicio a pecado consagrado, a sexo descarnado otra boca. Ese primer vuelo al paraíso acompañado de otro cuerpo. (Si esto sucede cuando los dioses están de buen humor y te bendicen con compartir, por primera vez, esa pasión, con alguien querido es maravilloso y nunca se olvida. Otra cuestión es si eso es una dicha o un infortunio.)

La primera mañana de verano en que tu pelo se mancha de arena de playa, vuelas en un velero imaginario, juegas con tus pies y tus dedos en el mar. La primera en que aparezco en tu ventana.

La primera vez que dejas a alguien o alguien te deja. Solo, desamparado y triste con una duda en la mirada, con un dolor en el pecho, con una puerta cerrada y una ventana rota al futuro. La primera vez que sientes, al dejar o ser dejado, como si las cuerdas que aguantan tu corazón dentro del pecho fueran a reventar y a no aguantar la tensión y la tristeza. (Cierto duele menos, o al menos diferente cuando eres tu quien deja a ese ser querido)

El descubrimiento primero de la poesía, del viento, Los tebeos de Asterix, la primera huida, las nubes, nimbos y cirros tapando el sol. El primer libro. La primera cerveza compartida, ese gintonic de madrugada, el vino de la tarde en tus pestañas. El cava fresco recién abierto, por primera vez degustado. El primer museo.

La primera vez que la vida, cruel bruja vestida de seda, canela y ron, te obliga a decidir entre pasar junto Escila de la roca o junto al implacable remolino Caribdis. La primera vez que sientes que tomes la decisión que tomes de todas las que puedes tomar te van a poner en una situación difícil y precaria. –Señor aparta de mí este cáliz-

El primer trabajo, precario, efímero y frágil, la primera duda. La primera vez en la que eres consciente que siempre existirán más dudas que certezas. Las primeras vacaciones fuera de tu país y sus seguridades. La primera caída en moto, la primera curva en tu cintura. El primer regalo rechazado.

La vez primera en la que te das cuenta que el tiempo, tal vez viaje en tu mismo tren, pero desde luego a distinta velocidad. El día en que descubres el vuelo de las alondras en alguna mirada, ausente y perdida de ti mismo.

18 comentarios:

  1. Si senyor!!
    Caer por tu blog siempre es sinónimo de aprender, de desgustar la realidad, la vida y sus idas y venidas... Siempre tocas el punto justo de la nostalgía y de los sueños, allí donde viven medio dormidos los recuerdos!

    Una abraçada!!

    ResponderEliminar
  2. He tenido muchas primeras veces, es lo que tiene la edad, que cada vez va dejando menos primeras veces por vivir. Yo acabo de empezar una primera vez, la de estar sola en edad adulta, ya te contaré que tal.

    ResponderEliminar
  3. Qué boba, nunca he sido consciente de mis primeras veces salvo las obvias como perder la virginidad. A partir de ahora andaré como mil ojos para que esos estrenos no me pasen desapercibidos y sepa disfrutarlos. Bsss

    ResponderEliminar
  4. Las primeras veces son las mejores; vayan bién o mal SIEMPRE SORPRENDEN!.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Precioso y nostálgico escrito que nos dejas y me hace recordar las primeras veces en todo en la vida, y como dice aquella vieja frase.....para todo, hay una primera vez, creo que siempre nos queda seguir viviendo muchas primeras veces en muchas cosas que aún nos puedan sorprender. Excelente escrito Carlos,. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Me ha gustado muy mucho. Desde luego merece la pena caer -si es necesario-, para poder volver a levantarse, a sentir "por primera vez".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "la vida, cruel bruja vestida de seda, canela y ron" preciosa comparación.
      Es verdad que ciertas primeras veces se dan menos, como las que tan divinamente dices, bien porque ya se vivieron o porque con la edad no se dan tantas oportunidades para que surjan. Besos.

      Eliminar
  7. Yo espero que me queden muchas primeras veces, aunque espero que sean cosas buenas y si no innovaré las que conozco.

    Precioso texto, que hace pensar y mucho, yo también tengo canas.

    Un besote.

    ResponderEliminar
  8. Hace unos dias un señor en la tele de estos que hacen Coaching y estas falacias para que seamos mas felices en el trabajo (menudo invento el trabajo!!)... y explico de forma técnica, la química de todos estos sentimientos y hablaba de como controlar estas enzimas y hormonas para sentirte como si caminaras por el campo desnudo y que te rocen las hierbecitas en las pelotas...jajaj... y yo pienso.. DEJAME A MI Tranquilo..!! como todo en la vida los sentimientos son parte de la vida, tanto los que te hancen soñar, reir o tambien los que te hacen llorar... por lo tanto lo que dices es parte de esto... y controlando estas puñeteras enzimas y hormonas, me perderia el encanto de tus palabras amigo!! He dicho!

    ResponderEliminar
  9. Debido a mi lejanía... a la primera vez que vivo sola en un pais distinto al mío, lejos de todo lo que quiero... sé muy bien a lo que te refieres... esos descubrimiento,esas sensaciones primeras, esas ilusiones... es muy bonito de vivir... pero sabes? también de recordar...

    Un besito grande

    ResponderEliminar
  10. alguna vez escribí que yo era adicta a las primeras veces, quizá a esas primeras que aceleran el corazón no el que las detiene, pero al fin y al cabo, era irrepetibilidad hace que dejen esa huella indeleble en nosotros...

    ResponderEliminar
  11. Una interesante y bella reflexión. Es cierto, cuando se van acabando las primeras veces,aparecen las hojas del otoño que tiñen de blanco los años de la vida. Abrazos.

    ResponderEliminar
  12. A veces tiramos la esperanza por la borda y mascullamos entre dientes…¡Nunca más! Ahí recordamos aquella “primera vez” cuando apostamos (en cualquier índole) y retrocedemos un paso pensando que todo volverá a ser como antes, pero vuelve otra primera vez (no importa que sea la segunda) y la sentimos como única…Y volvemos a ese círculo vicioso.
    No sé, digo yo que voy a los tropiezos, me defraudo (y me defraudan) y retomo el hijo sin saber qué voy a tejer. (Eso de tejer suena a crochet aburrido jaja)
    Un beso Carlos

    ResponderEliminar
  13. Y me llevo el blog, sino me pierdo en mi propio yo y en Internet.

    ResponderEliminar
  14. En ocasiones apuestas y ganas. Suele suceder en las primeras veces, porque las sensaciones que provocan en ese momento, valen tanto como ganar. Lo que pase después con dichas apuestas y sensaciones... eso ya es otro tema.

    Leyendo varios de tus textos, me quedaré por aquí. Un placer leerte.

    ResponderEliminar
  15. Menos primeras veces, sobre todo si no se arriesga. Pero cuando alguna llega es cuando debemos procurar vivirla con la misma o, incluso, con mayor intensidad. Así añadiremos a nuestra vida una nueva pizquita de sal.
    Un saludo,
    Cristina

    ResponderEliminar
  16. Yo creo que para mi ya no existe nada que fuera "la primera vez". Bueno a lo mejor viajar a sitios que no conozco. Hasta de dolores no muy grande soy una experta y creo que ya los he probado todos. Un beso Lola

    ResponderEliminar
  17. Como cada martes acudía a la consulta de mi psiquiatra. Ya se había convertido en una rutina. Desde hacía tres meses iba a esa consulta y recostado en su diván dejaba que escudriñara en los recovecos más profundos de mi ser. Aquellos a los que me era imposible acceder por mí mismo. Caí en la cuenta que se trataba de un acto de sometimiento que en otros momentos de mi vida no habría tenido cabida. Pero la situación lo requería y los resultados que iba logrando lo validaron. Si lo pienso detenidamente tendría que convenir en decir que lo realmente estimulante de esa visita semanal era encontrarme con mi psiquiatra. Una mujer apabullante, no sólo por su físico descomunal sino por sus maneras. Acostumbraba sentarse detrás de mí durante el tiempo que duraba la sesión. Desde mi posición buscaba la manera de observarla. Se apreciaban unas piernas bien contorneadas por su forma de cruzarlas mientras me interrogaba. Empezaba por sus pies y desde allí lentamente subía hasta el lugar exacto que me limitaba su diminuta falda. Mi pulso se aceleraba imaginando cómo continuaría aquel camino ascendente. Tenía que obligarme a abandonar esos pensamientos para poder responder a las preguntas con las que sin piedad me bombardeaba. Hacía auténticos esfuerzos por no dirigir mis ojos hacia aquella belleza. Trataba de compensarlo centrándome en su voz. Su dulzura me producía un ligero cosquilleo por todo el cuerpo que hacía que perdiera la compostura. Otra vez. Decididamente tenía que dejar de pensar en mi psiquiatra si no quería que se diera cuenta de mis devaneos. La terapia resultó todo un éxito. Fui capaz de superar mi impotencia y todo gracias a mi psiquiatra. Era la primera vez que recurría a los servicios de un profesional del coco y la primera vez en mucho tiempo, quizá demasiado, que me ponía y cómo me ponía aquella endiablada mujer.

    ResponderEliminar