A media mañana de un martes cualquiera
de un otoño cualquiera a mi alrededor sólo habían folios, expedientes y
pantalla de ordenador, casi el olvido de la última sensación divertida. Nada
extraño, el lánguido paso de las horas con el tedio del curro nuestro de cada
día.
Me distrajo de lo que escribía en
la pantalla el sonido de un mensaje al móvil, un whatsapp, lo llamamos ahora,
era un número desconocido que decía. -“hola
guapo, buenos días, Jugamos?”-. No hice caso, y a los dos minutos, el mismo
mensaje. Y a los cuatro segundos, y por tercera vez, el mismo. Contesté,
alguien se equivocaba. –“Disculpa, te
equivocas, no sé quién eres, tal vez alguien espere tu mensaje, y tu juego-“puse
un emoticono de esos simpáticos para no parecer grosero. –“no, no me equivoco,
si me conoces y muy muy muy bien” – Vaya, pensé, sea quien sea si quiere jugar,
a ver como acaba esto, y contesté el mensaje. – “ok, quien eres, dame una pista”- -“claro, vamos a jugar, te envió una foto de algo de mi y debes de
adivinar quien soy”- Lo cierto es que el juego se ponía interesante.
Pensé en ti, en mi, en la monotonía
que últimamente ceñían hasta estrujar las horas. Decidí jugar. Al poco rato recibí
una imagen. Vaya, hacia mucho mucho tiempo que no recibía una sorpresa de ese tipo,
sonreí al tiempo que una brisa de excitación bajaba por mi pecho.
-“jajajajajajajaja, que sorpresa cariño, tu culito sigue siendo el más
bonito del mundo y nada le sienta mejor que ese culotte negro. No sabía que habías
cambiado de teléfono en esta última media hora” Intenté volver a la monotonía.
–“déjate de cambios de teléfono. El juego
empieza justo ahora, hoy no estoy en la oficina, y tú deberías de marchar de la
tuya ahora. Si te atreves claro” jajajaja, pensé que obviamente me conoces
de sobra y sabes que si acabas la frase escrita con un “si te atreves” tan sólo
cabía la posibilidad de que lo hiciera.
Cerré ordenador y de un portazo
un libro gordo y la apatía que últimamente acompañaba a los días y las semanas.
– “claro que jugamos guapa, dime que
tengo que hacer, pero lamento ser aguafiestas, sabes que hay una hora para
recoger en el colegio, “ – “ me he
ocupado de todo ,controlado, tranquilo y ven a esta dirección” Era la
dirección de un hotel y una foto tuya desnuda frente al espejo con una cajita
en la mano y una copa de cava en el suelo.
En ese instante, los tambores de
los dioses replicaron a excitación a modo de bumbumbum en mi corazón y
entrepierna. Con la moto y las ganas me plante en el lugar convenido rápidamente.
Abriste la puerta; desnuda, descalza, con el pelo mojado y con todas las ninfas
de la fogosidad bailando en tus oscuros ojos ligeramente pintados. Tus labios
carnosos y de un rojo intenso me besaron, y me arrastraron dentro de la
habitación, ofreciéndome una copa del cava helado que tanto te gusta. De manera
mágica me quitaste corbata, camisa, zapatos. Todo. Toda mi sangre corrió al
ritmo de batucada al sur de mi ombligo.
Espere a que bajaras a besar ahí,
justo en ese lugar. Pero dejaste de estar en cuclillas sonreíste como una
diablesa buena. Pusiste la cajita que antes vi en la foto en mis manos. –Ahora empieza
el juego- dijiste. – no debes de adivinar lo que hay dentro, ya te lo digo, es un
tanguita preciso si adivinas el color, tienes tres oportunidades, esto que
tienes aquí tendrá una gran alegría- dijiste acariciando con tus uñas mi
virilidad, que a esa alturas estaba a punto de quebrarse. – Si no lo adivinas,
será, aquí donde se disfruten de una y mil petittes morts- dijiste poniendo mi
mano en tu sexo con muy poco y cortito pelo.
Evidentemente no podía negarme al
juego. –¿rojo?- -no- , -¿blanco?-, -No, y te queda sólo una oportunidad-,
dijiste bebiendo cava y sonriendo maliciosa. –mmmmmmm, jajaja, no será de esos
horribles de color carne?- dije riendo y esperando que el chiste no contase
como respuesta, -No, perdiste la oportunidad de que aquí explote la vida-
dijiste lamiendo desde el principio de mi hombría hasta justo el final y
dejando tu saliva, el frescor de cava y el rojo del carmín por el camino, y de
paso alejando por completo mi voluntad.
Abrí la caja, preciso y de un
extraño color, visón me dijiste que era, yo te conteste que el color visón no
existe mientras reía y cogía la botella de cava. En ese instante te tumbaste en
la cama y yo deje caer el fresco liquido por tu vientre para beber de tu
ombligo. Bese tu boca, lamí tus pechos. Baje un poco más, bebí el cava del
preciso hueco que forma tu ombligo tan cerca de ese lugar. Baje más y nade
entre tus piernas saboreando toda tu feminidad. Esperé a que las primeras
convulsiones se enseñorearan al final de tus muslos. Que guapa estás cuando eso
pasa. Inmediatamente pensando que en ese momento de debilidad podría entrar en
ti y llegar a esos mismos espasmos te acaricie intentando penetrar. Con un
ligero quiebro te apartaste, pusiste tus pechos en mi boca y mientras mi lengua
danzaba con tus pezones. Me susurraste al oído – Shhhhh, recuerda el juego, has perdido, hoy me toca a mi y sólo a mi-
El que no arriesga no gana... ¿Perdiste la apuesta o ganaste al perderla...?
ResponderEliminarMi querido/a amigo/a anonimo. esas apuestas, pase lo que pase siempre ganan todos lo intervinientes jajajaja. Un saludo
EliminarMe apunto!!! ¿Puedo?
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