Será este frio gélido y azul que nos traen las gaviotas por la derecha. O tal vez esta humedad que trae el mar y la lluvia a Barcelona. O serán las hojas de los abedules cayendo en ese tardío e incierto otoño dejando pequeñas ráfagas de aire y gotas de melancolía en mi pecho. O será, yo que me sé, lo que será. El caso es que me apetece mucho iniciar un viejo viaje redescubrir veredas y sendas.
Me apetece empezar a andar por tus pies seguir por tus gemelos y tus muslos. Entretenerme explorando ese lugar que existe entre estos y tu espalda, y en ella, en tu espalda, desnuda de horas y prejuicios, andar despacito y sin prisa. Entretenerme en contar sus lunares y las estrellas que allí dejé prendidas y tal vez enamoradas.
Llegar hasta tu pelo y enredarme allí en su esencia, disfrutar del aroma de tu cabello y mis horas allí perdidas, mis horas allí ganadas. Trepar por él y enmarañarme en la selva de tu melena suelta al viento de tantos lugares aún no visitados.
Bajar por tu flequillo. Hacer parapente desde tus pestañas hasta la hamaca del recoveco del hueco gracioso y frágil de tu cuello con diamantes engalanado. Detenerme en el mejor brillo de tus ojos y allí hacer ofrentas de carne y besos a los paganos y viejos dioses de la alegría y del deseo compartido. Jugar a pintar búhos y alondras en tus mejillas. Entretenerme en tus labios, pasar allí algunos días perdido sin rumbo ni más que hacer que jugar con tu lengua y la mía.
No sé. Quiero hacer un viaje a las líneas de la vida de tus manos a esos surcos difusos que parecen unir nuestras vidas. Caminar por ellos, por los cruces en los que nos separan los senderos en los que nos unen.
Escalar las colinas de tu pecho, con manos desnudas y calentitas. Culminar el techo del mundo que son tus pezones, mientras mis dedos atusan el pelo tras tu nuca. Soplar en tus oídos un Sssshhhh el mundo ahí fuera está quieto y parado buscando la felicidad de mi viaje.
Ya ves, me encantaría bajar caminando, sin prisas ni pausa por la planicie de tu vientre. Sin prisa ni pausa, pero sin descanso para arribar al lago de sal y orgasmos que se forma tras el azar y el placer en el ufano hueco de tu ombligo. Bañarme allí en su sal y tu recuerdo. Descansar y soñar despierto que allí, y en todos lados he dejado las huellas de mi viaje.
Bajar al sur, Al sur de tu ombligo quiero decir, dejando entre el final de tu ombligo soñado y el lugar al que me dirijo un cosquilleo de certezas y paz. Una vida dormida y soñada. Y allí, en ese sur, disfrutar de todos los placeres que ese fértil y maravilloso lugar pueden brindar a un viajero como yo. Es verdad, por el camino perderé trocitos de mí, de mi vida y de mi ser. Así son los viajes, en ocasiones pierdes cosas. No importa.
Quiero, en definitiva, hacer un viaje a tus pestañas y a tu piel, a tus besos y a tus manos.