No es que yo sea fan ni seguidor de Miguel Bosé, pero el otro día, en casa de unos amigos entre copas y risas, entre vino y comentarios, entre confidencias y más vino sonó una canción de Miguel Bosé decía algo así como: “… toda siempre es poca y muévete bien, bien, bien , que nadie como tú me sabe hacer....uff café.” El caso es que la cancioncita de marras me dio por pensar en el café. Ya veis que estupidez, la cancioncita puede invitar a pensar en muchas cosas, pero a mi me dio por pensar en el café. Y es que, creo que todos, tenemos una extrecha relación con esa bebida, que como la vida huele mejor que sabe.
Quizás los primeros recuerdos que tengo del café es el de aquellos cafés, recalentados, que tomaba cada mediodia en casa de mi abuela. Mujer ejemplar, suave de años, arquitecta de vida, alfarera de esencias, doctora de dolores de dentro esos que se curaban con un café calentito. Yo salia de casa de mis padres e iba andando por una vereda que tenia a su derecha un colegio de los que antes se llamaban “nacionales” y a su izquierda un bosque que ya no existe, que ya no es (el hormigon pudo con él). Era un café tranquilizador y pausado de consejos no siempre escuchados, de manos siempre abiertas.
El café que recuerdo con más cariño, y supongo, que seguira siendo así mientras los caprichosos dioses tengan a bien dejarme por aquí, es el café de mediatarde que tomaba mientras estudiaba pesados y sesudos libros de la facultad. Estudiaba en casa de papa y mama. En la parte de arriba, apartado del mundo, apartado de ti. Mi cabeza intentaba llenarse de leyes, de normas, de procesos y de formas de construirlas y de copiarlas en los examenes. Mi padre se levantaba de su siesta o entraba de regar –a falta de sus cirerers i tarongers- las rosas que siempre regalaba, paraba un segundo por mi lugar de estudio y preguntaba - ¿cómo va? Ahora hago un café. Bajaba y ponia una cafetera de esas tipo moka, de metal, octogonales. El aroma del café subia por las escaleras como suben las esperanzas, inundaba mi lugar de estudio como queriendo decir que todo iria bien, daba la sensación que el humo que salía de esa cafetera quisiera bailar conmigo un solo segundo, para, en ese eterno segundo, hacerme olvidar los males, las dificultades del estudio. Era un aroma embriagador, reparador del sueño, del dolor de espalda y de codos. Compartia un café con mi padre, su sabor, su conversación tras el runrun inapetente de la tele al fondo. Diez minutos de impagable gloria compartida.
Los cafés, siguiendo lo anterior, mezclados con cocacola para intentar burlar al sueño, como si eso fuera posible. Intentado que, como las buenas mujeres que pasan por tu vida, te deje sin dormir toda la noche.
Esos cafés que tomas simplemente por tomarlos, a media mañana, con un amigo, un cliente o un compañero de trabajo. Aparentemente insulso, y sin embargo con la suficiente fuerza para tenerte a su alrededor unos minutos. De amistad, o de odio. Porqué no? Incluso los enemigos pueden serlo alrededor de un café.
Quien no ha tenido que dar una mala noticia, dejar a alguien por ejemplo, y lo invita a un café, consciente que por más azucar que le ponga, la noticia que le vas a dar será una noticia amarga. Dejar a una pareja mientras ves como da vueltas con una cucharilla de desconsuelo a un café agrio que dejará en sus posos un mal futuro por leer. Un café que será amargo y cruel porque sabrá a despedida, a mancha en la camisa.
Ese café de madrugada que nunca sabe tan dulce como las noches en las que duermo contigo. El más sabroso el que tomo antes de que despiertes, mientras velo tu sueño, mientras cuido tu despertar, aquel café que luego besa tu boca.
No sé, la cancioncita me dio por pensar en café. Si quieres te invito a uno ¿te apetece?
Quizás los primeros recuerdos que tengo del café es el de aquellos cafés, recalentados, que tomaba cada mediodia en casa de mi abuela. Mujer ejemplar, suave de años, arquitecta de vida, alfarera de esencias, doctora de dolores de dentro esos que se curaban con un café calentito. Yo salia de casa de mis padres e iba andando por una vereda que tenia a su derecha un colegio de los que antes se llamaban “nacionales” y a su izquierda un bosque que ya no existe, que ya no es (el hormigon pudo con él). Era un café tranquilizador y pausado de consejos no siempre escuchados, de manos siempre abiertas.
El café que recuerdo con más cariño, y supongo, que seguira siendo así mientras los caprichosos dioses tengan a bien dejarme por aquí, es el café de mediatarde que tomaba mientras estudiaba pesados y sesudos libros de la facultad. Estudiaba en casa de papa y mama. En la parte de arriba, apartado del mundo, apartado de ti. Mi cabeza intentaba llenarse de leyes, de normas, de procesos y de formas de construirlas y de copiarlas en los examenes. Mi padre se levantaba de su siesta o entraba de regar –a falta de sus cirerers i tarongers- las rosas que siempre regalaba, paraba un segundo por mi lugar de estudio y preguntaba - ¿cómo va? Ahora hago un café. Bajaba y ponia una cafetera de esas tipo moka, de metal, octogonales. El aroma del café subia por las escaleras como suben las esperanzas, inundaba mi lugar de estudio como queriendo decir que todo iria bien, daba la sensación que el humo que salía de esa cafetera quisiera bailar conmigo un solo segundo, para, en ese eterno segundo, hacerme olvidar los males, las dificultades del estudio. Era un aroma embriagador, reparador del sueño, del dolor de espalda y de codos. Compartia un café con mi padre, su sabor, su conversación tras el runrun inapetente de la tele al fondo. Diez minutos de impagable gloria compartida.
Los cafés, siguiendo lo anterior, mezclados con cocacola para intentar burlar al sueño, como si eso fuera posible. Intentado que, como las buenas mujeres que pasan por tu vida, te deje sin dormir toda la noche.
Esos cafés que tomas simplemente por tomarlos, a media mañana, con un amigo, un cliente o un compañero de trabajo. Aparentemente insulso, y sin embargo con la suficiente fuerza para tenerte a su alrededor unos minutos. De amistad, o de odio. Porqué no? Incluso los enemigos pueden serlo alrededor de un café.
Quien no ha tenido que dar una mala noticia, dejar a alguien por ejemplo, y lo invita a un café, consciente que por más azucar que le ponga, la noticia que le vas a dar será una noticia amarga. Dejar a una pareja mientras ves como da vueltas con una cucharilla de desconsuelo a un café agrio que dejará en sus posos un mal futuro por leer. Un café que será amargo y cruel porque sabrá a despedida, a mancha en la camisa.
Ese café de madrugada que nunca sabe tan dulce como las noches en las que duermo contigo. El más sabroso el que tomo antes de que despiertes, mientras velo tu sueño, mientras cuido tu despertar, aquel café que luego besa tu boca.
No sé, la cancioncita me dio por pensar en café. Si quieres te invito a uno ¿te apetece?
Si me lo pides así, te dejo que me invites a uno. Incluso aunque no bebo café. Jaja.
ResponderEliminar"Supe que todo había terminado
ResponderEliminarcuando te vi mover la cucharilla
despacio, como si aquella tarde
se parara el latido de la sangre
en lo oscuro de aquella gris cafetería."
Me ha venido a la mente esta canción de Ismael. Anda que no debo yo cafés, será por el miedo a afrontar conversaciones, por la nostalgia de las últimas gotas que se quedarán en la taza cual oraculo de despedidas...El mio que sea descafeinado.
( jo també somio amb tenir cireres)
Petons
Yo con el café tengo una relación estrechisima,
ResponderEliminarCuando quieras me invitas, sin Miguel Bosé por favor.
Besos
Me apetece un café, y me lo estoy tomando mientras te disfruto, te siento y me dejo llevar por tus letras. Una descripción tierna de tu abuela que me recuerda a la mía.
ResponderEliminarBesos Carlos.
La maldita ansiedad me ha impuesto una orden de alejamiento hacia el café, con lo que voy tirando de algún que otro descafeinado de tarde en tarde. No soy demasiado cafetero, me gustan las bebidas frías y/o refrescantes. Como bien dices, es junto a los gofres, de las pocas cosas que huelen mejor que saben.
ResponderEliminarUn abrazo crack!
Tu café me recordó al último que tomé, mientras escuchaba... http://www.youtube.com/watch?v=n22yHIHplyU
ResponderEliminarSolo quería un café.
Los mas amrgos y mejores recuerdos entre pequeños sorbos de café.
Besos
Y yo te digo que sí...en esa forma libre de traernos en recuerdos y poder compartirlos.
ResponderEliminar¿Acaso sos tan abogado como yo?
Te beso
A la gente le suele parecer una canción un poco... comediante o cutre. A mí me parece la hostia, y eso que no escucho Miguel Bosé ni mucho menos. Quizás sea por lo que dices.
ResponderEliminarEl café tiene propiedades por descubrir, seguro.
Un saludo
Uno sólo! ;)
ResponderEliminarSaludos.
Has contado parte de tu vida hablando del café. Me ha gustado, de verdad, porque te he conocido un poquito más. Besos Lola
ResponderEliminarDESCAFEINADO DE MÁQUINA LARGO Y CON LECHE FRÍA,POR FAVOR.
ResponderEliminarBESOS
La verdad es que el café da para mucho porque según el momento puede ser bastante placentero.
ResponderEliminarMe has hecho recordar mis momentos de estudiante cuando tomar café era un rato de tertulia entre folios y folios a las tantas de la madrugada. Creo que desde entonces aborrecí el café, jajaj.
Un beso
Me ha entrado unas ganas...
ResponderEliminarA mi me encanta el que tomo con mi madre en la cocina y que me sirve siempre en tazón porque con las tacitas se nos acaba antes el ratito.
Besos cafeteros
Sí, el café es un símbolo de la sociabilidad, sin duda, con amigos y enemigos, acompañados de buenas o malas noticias.
ResponderEliminarPero contigo, el café de esta mañana me resulta dulce y nada amargo, y eso que es con sacarina Carlos....un asco.
Un besazo majo.
El aroma del café que te despierta por las mañanas...mmmm.
ResponderEliminarY si te lo traen a la cama,mejor. ;DD
Me gusta tu blog, voy a darme un paseíto.
Un beso
mmmmmm café! es cierto que su olor es mas exquisito que su sabor. El café me trae buenos recuerdos porque siempre procuro tomarlo en buena compañía. ¿Un café? Besos.
ResponderEliminarSi es que a veces se puede contar una vida a través de los cafés, desde los sorbitos escondidos que le daba al de mi abuelo hasta los que me ayudan a empezar el día despues de no haber dormido lo suficiente.
ResponderEliminarY aúnque parezca increíble hay gente a la que no le gusta el café, siempre he pensado que ocultan algo raro...
Un saludo!
me encanta el cafe y sobretodo lo que significa el compartirlo, asi que lo primero es que acepto tu invitacion,
ResponderEliminarMi primer recuerdo de cafe es cuando era pequeña y estaba enferma y entonces mi madre me dejaba tomar un cafe con leche, , poquiiisimo cafe y mojar galletas para merendar, solo porque estaba enferma , y luego los cafes compartidos y ahora las mañanas con mi tazon de cafe enorme desayunando en espera de lo que me acontecera el dia...
un beso
Claro…ese momento café tan placentero…
ResponderEliminarYo suelo tomar té, pero curiosamente cuando salgo, y más si es en compañía, prefiero un buen café :-)
Un placer hoy degustar tus letras con aroma a café…
Muackss!!
te confieso que el hombre de mis sueños escribe tal cual lo que acabo de leer...asi que eras tu?
ResponderEliminarme das tu direccion que debo salir ya mismo a buscarte?????
bueno...no te asustes...solo dije que lo que pensaba,lo que en general se dice y no se piensa.
ya sabes que al escribir en los blogs una tiene licencias...y la tome!
me quede embriagada de tus palabras...emocionada,feliz,con miles de recuerdos y ganas de un hombre como tu,que vele mis sueños...
total...soñar no cuesta nada,no?
besos con aroma de cafe!!!!
bueno, tuve un acto fallido: lo que en general se dice y no se piensa era al reves: lo que en general se piensa...y no se dice!
ResponderEliminarbesos!!!!
es que me quede flotando!
A mi el café me recuerda a las mañanas en que mi padre se levantaba antes que todos porque iba a trabajar y nos dejaba a cada uno de nosotros un vasito de café con leche... A mi más bien era leche manchada con una gotita de nada de café!
ResponderEliminarY a partir de eso, supe que sin él no sería nada. Cada mañana me acompaña en mis despertares, al igual que lo hace en estas épocas en las que el sueño y los temarios ruedan por mi cuerpo.
La canciones siempre nos llevan a pensar!
:)
Por cierto... Cafeteras italianas son las que tú recuerdas! :)
ResponderEliminarUmm pues sí, no me vendría mal un cafelito!
ResponderEliminarY...Gracias por revivir mis recuerdos alrededor de una taza de café...
Un besote enorme y ¿por donde dejo la taza? la dejo aquí abajo, vale? gracias, estaba riquísimo!
eSTOY PONIENDO RECOMENDACIONES EN MI BLOGS,ACERCA DE POST QUE ME GUSTAN, Y TU FUISTE EL PRIMERO.
ResponderEliminarNO TE ASOMBRE SI TE VIENEN A VER ALGUNAS CARITAS NUEVAS...BUENO,ESO DEPENDE TAMBIEN DE QUE LEAN MI BLOG,JAJAJA...
PERO INICIASTE UN ESPACIO EN EL QUE PIENSO DESTACAR LOS POST QUE MAS ME GUSTEN DE CADA SEMANA O DIAS,NO SE.
BESOS GANADOR!!!!
Ay y los bombones de café italianos son una perdición, te lo aseguro.Pues yo tomo el cafe frío y caliente me encanta, de echo para estudiar me compraba el café preparado listo para tomar, así no perdía tiempo en hacerlo porque entre las horas que ya le quitaba al sueño,uff.
ResponderEliminarLa canción es morena mía, por si la quieres buscar y si para algunos el chocolate es una perdición para mí sin duda lo es el café, descafeinado y con cafeina, ...
Gracias por las lindas frases que dejaste en mi blog,te espero con un café o dos .Bsos!!
TE SUSURRARÉ. No importa que no te guste el café. lo ´mejor será tu compañia.
ResponderEliminarLUCIERNAGAS DE CIUDAD. Esa canción me gusta muchisimo, muchisimo más que la de Miguel bosé.
LA REINA DEL MAMBO. No sufras, será sin Miguel bosé. Te lo aseguro.
ROSALIA. Me alegro haberte transmitido un deseo tierno. y como siempre tus comentarios están aposentados en el lugar del lujo y satisfacción. un beso.
JOSEP. Quizás podamos recurrir esa orden de alejamiento. O tal vez no sea preciso, una cervecita también vale.
RESWPIRANDO ENTRE PALABRAS. No conocia la canción, es linda. Me gustó.
CLEOPATRA. verdad? siempre es interesante compartir confidencias, trucos profesionales al ladito de un café.
HORACIO OLIVEIRA. Bienvenido y bienhallado, si tienes razón. si te apetece intentaremos descubrir esas propiedades por aquí.
JAUROLEs. el mio con muy poco azucar. saludos amigo
LOLA. Me encantaria poder compartir contigo un café y hacer que me conozcas mucho más. conocerte a ti. besos wapa
MORGANA. Es una de las mejores cosas del café; tiene mil posibilidades, esa es una tan buena como cualquier otra.
ResponderEliminarPRINCESA 115. si, de estudiantes toooooooooodos tomamos mucho café. Yo sigo haciendolo.
40ÑERA. Esse que nos cuentas, tiene pintan de ser muy muy suculento y apetitoso.
NORMA. Me apasiona que mi café te parezca dulce. Así como acaramelando los despertares. un beso.
GUARDIAN DEL FARO. Estás en tu casa, al fondo la cafetera, y en la nevera cervezas, coge lo que te apetezca y chafardea por las estanterias, aquí eres bienvenido y bienhallado.
PRINCESA. Contigo, seguro que es en buena compañia... un beso con aroma a café.
ESTONOESUNBLOGDEHISTORIA. verdad qeu sí? verdad qeu algo ocultan en algún recoveco del alma? estoy de acuerdo.
XANA. Una galleta mojada en leche caliente, con o sin café, es otro maravilloso placer de la vida. De esos que te hacen sentir que vale la pena seguir.
GINEBRA. Que degustes mis letras, nietnras saboreas un café es una maravilla, al menos para mi. un beso
ResponderEliminarANDROMEDA. No, no me asusto, ni me intimida tu comentario. Puedes tomarte tantas y cuantas licencias entiendas oportunas. Espero seguir escribiendo cosas que te hagan sentirte emocionada, feliz y flotando. Besos.
Bien que me recomiendes, bien que vengan a este rinconcito tus amigos (tus amigos, si ellos quieren tambien son los mios) Espero que me recomiendes muchas muchas veces.
SA LLUNA LLEPOLA. És veritat, que a prop que està el cafè i la figura paterna. un petó
CLARITA. No te preocupes, dejala donde quieras, ya la recogere. Ahora disfrutemos la compañia.
PANTERAENLANOCHE. Café y chocolate, una pareja imprescindible.
Ay esos olores que despiertan recuerdos como nada en este mundo. Para mi el olor es el de las cocinas que se alimentaban de paja y a su rescoldo se hacian las mejores sopas de ajo del mundo..ay los olores...
ResponderEliminarUn beso
Me encanta el café recien hecho y en cafetera italiana, octogonal metálica como la que tu abuela te preparaba aquel café tan aromático y entrañable. Preciosos recuerdos... (solo un detalle, Peradela de coles propuso que el mes de enero se dedicara a la música, asociada a algún recuerdo y yo pensé en esa canción... es muy sugerente y sensual...jajaja).
ResponderEliminarMe gustaron tus palabras, es una lectura muy grata.
Un abrazo.
Las extrañas asociaciones que hace la mente.
ResponderEliminarEs que esa canción de Bosé ES muy pegadiza!
Te leí y recordé a Sabines: "te convido una taza de café con cascaritas de ojo, corazón mío"
Un abrazo.
P.D.: Por cierto, gracias por los versos que agregaste y debo aclarar - nobleza obliga - que el poema es de Luis M. Pescetti (como rezaba mi primer comentario aclaratorio) y no mío.
:)
Bebidas mágicas si las hay, el café.
ResponderEliminarSin azúcar, por favor. Así puedo sentir el verdadero gusto, sin enmascarar nada.
Eterno compañero de mañanas, tardes, noches y madrugadas, qué más agragar, si ya se ha dicho todo...
Sí, quiero uno para mí: sin azúcar por favor.
¡Abrazo Carlos!
A mi no me gusta el café, ni con azúcar ni sin azúcar. En general no me gusta nada que sea amargo. Pero me gusta con leche, y lo que más me gusta del café es su maravilloso aroma.
ResponderEliminarAsí que ya sabes, a mí un café con leche con una pizquita de canela por encima, por favor :-)
Besos salvajes.
Un hermoso recorrido por los mundos, tu mundo, bien acompañado por una taza de café. Una original manera de hacer un recorrido por algunos de esos momentos de la vida que se entornan especiales. Los recuerdo, las noches de estudio en la facultad, rodeada de los compañeros, creyendo que allí no nos atacaría el sueño y nuestro gran aliado, el café. Las tardes de otoño, la terraza entre su casa y la mía y el café, las noches de tertulia, junto a las lágrimas que amargaban si cabe la taza que acercaba a los labios y esos otros que tomé acurrucada a sus brazos.........Una buena compañía, la taza de un buen café.
ResponderEliminarAbrazos y besos Carlos
Hola ojitos azules!!!!!!!!!
ResponderEliminarA mi no me gusta el cafe, pero......... me encanta saborearlo en la boca de otros, no hace falta que le pongas azucar, deja que sea yo quien te endulce.
BESAZOS!!!!!!!!!!
Adoro el café,,,no podría sobrevivir sin él.
ResponderEliminarUn abrazo
El café, es una bebida con interesantes disecciones, tu haces exquisito al grano, ensalzas lo cotiadiano.
ResponderEliminarSoy adicta no solo de su olor, que como siempre huele mejor de lo que sabe, y a veces sabe a gloria, otras tantas es amargo como las despedidas.
Casi siempre las relaciones empiezan y acaban con el café, excusa perfecta para inhalar humo, mezcla explosiva, de la que nunca escatimo si tengo que escribir.
Mi abuela su café, donde este la recordaré bebiendo a pequeños tragos su bebida preferida a poder ser hirviendo con la cucharilla dentro, con una sonrisa entre la melancolía y la esperanza.
De los de la facultad, y sus mezclas con coca-cola, mejor olvidarnos para recordar los suspensos por dejarlo todo para las últimas noches.
Si me invitas a un café, yo te dejo entrar en el paraiso mundo de los sueños que jamas se cumplen, y las fabricas de ilusiones que nunca se agotan...