(Lo cierto es que no tenia intención de dar continuidad a este cuento, pero vistas las expectativas, vamos a ver que le pasa a nuestra princesa guerrera, aquí va la
continuación. Espero que guste)
Al día siguiente….
Nuestra princesa guerrera se despertó con miedo. Soñó, más bien tuvo pesadillas, con el Ogro malvado que hasta parecía seguirle en el reino del hijo de Hipnos y Nix.
Y al siguiente llovió e hizo frío. Ese frío que cala los huesos de la espalda y se enreda en los nervios y las costillas que cubren el corazón.
Y al siguiente volvieron ha decirle “ya le llamaremos”.
Y el próximo, nuestra princesa pensó en tirar la toalla, en dejar de luchar. Lo había probado casi todo. De nada servia sacar brillo a sus mejores armas amarradas a la cintura, de nada servia intentar una y otra vez mostrar sus curriculums en mil y un lugares. El monstruo de la crisis hacía que tan sólo hubiera una frase: “Ya le llamaremos”. El Ogro monstruoso, y su recuerdo, hacía que el miedo no marchase de sus bolsillos.
Y así fueron pasando, lentos y tristes los días, fríos y descorazonadores. Llovía en el interior del Reino de nuestra princesa guerrera.
Alguna vez le parecía ver al Ogro que antaño tanto le había humillado, ofendido, agredido y pegado. En esos días se agazapaba en el regazo de madre, la que siempre le ayudó, la que pagaba las enseñanzas de los gemelos, la que ofrecía comida y cobijo.
Las Lágrimas de la princesa guerrera, empezaban a ser perennes e infinitas. Tan sólo las sonrisas de los gemelos, similares a las cintas de seda arrojadas al viento por bailarinas de danza rítmica, daban algo de calor a su frío corazón. Al ver las sonrisas y recibir los abrazos de las dos pequeñas promesas, tirándola al suelo, jugando con sus pestañas, como si fuese agua de la fuente de Hipocrene la fuerza volvía a su cuerpo y a su alma y la esperanza seguía manando eternamente.
Y hubieron muchos días siguientes.
Uno de esos días consiguió otra cita. Otra posibilidad de encontrar un buen trabajo. Volvió a amarrase su curriculum a la cintura, volvió a abrazar a los pequeños en casa de madre, donde se quedarían toda la tarde y donde dormirían ese día.
La cita era a las seis de la tarde. Entró a un gélido y aséptico despacho, parapetado tras una mesa blanca encontró a un hombre, de esos que toman decisiones. Hierático, pelo engominado, gafas de pasta gris y finos cristales, escondido tras una corbata tan gris como el desconsuelo, y unos ojos azul acero frio. Casi una hora después, recibió un “ya le llamaremos”
La Princesa guerrera, salio de aquella oficina sin certezas, ni fe, sin trabajo ni futuro. Entró a un bar y pidió un whisky. Empezó a recordar sus desgracias, la dificultad de seguir adelante. La imposibilidad de seguir adelante. Cuando pidió el segundo whisky, el camarero de aquel bar de luces tenues y jazz le dijo;
- Ya está pagado, lo pagó aquel señor.
Señaló al hombre que le había entrevistado hacia casi una hora. Pero en ese bar, con ese jazz, con esa luz, sin estar parapetado tras la mesa blanca, con el pelo sin engominar, sin el escondite de la corbata y dos botones de su camisa blanca desabrochada no parecía tan distante ni hermético. Sus ojos, vistos más de cerca no eran azul frio acero, sin las gafas eran azul mar.
Le agradeció la copa, él se sentó junto a ella. Comenzaron a hablar, y las horas fueren pasando cadenciosas y suaves.
Ella le mostró sus heridas, con la verdad de quien muestra magulladuras a un desconocido que te ofrece algo de calor a alguien que sabe, -o que cree - que no volverá a ver jamás. El, más tímido, le enseño alguna de sus cicatrices. Le pidió que comprendiera la frialdad de la entrevista de trabajo.
El tiempo parecía pasar volando con la rapidez de las rapaces al cazar. Se despidieron con la incertidumbre de las primeras despedidas. Educados se dieron un apretón de manos y dos besos en la mejilla. Esos dos besos y ese apretón de manos a nuestra princesa guerrera le trajo un olor a canela y a miel un aroma a principio. No sabía muy bien porqué, pero tras el frío que dejo el camino de sus lágrimas y esas manos fuertes de hombre estrechadas le inundó el perfume del comienzo.
Fue andando a casa y se permitió soñar, despejó su mente y mientras andaba dibujó castillos en el aire, imaginó que quizás, las cosas cambiarían. Que tal vez el mundo seguiría girando al pairo y sin ciertos destinos, pero que ella encontraría la senda del camino de su tesoro. Ves a saber.
Y al día siguiente, le despertó un sol sin frío, y una llamada telefónica de una voz recién conocida que por fin dio verdad al “ya le llamaremos”.
Lo primero que sintió al pisar la calle, es que ya no hacia frío, que el día ya no era gris. Que en sus bolsillos habian muy pocas monedas y que no habia miedo a ningún ogro. Lo primero que vio, en su segundo paso fuerte y seguro hacia la oficina en la que ayer la entrevistaron, fue un grupo de perdices que salio volando hacia el futuro.
Es muy bueno...muy bueno, pero me quedo con ganas de más ...de futuro....cual??'sigue por favor...este cuento de una princesa sin corona, luchadora, que se ve reflejada ansiando un futuro en la pupila azul como el mar...dibujando en el aire un vuelo de...
ResponderEliminarAh...me alegra que te gustara MARIO...es impresionante....
ResponderEliminarMe ha gustado.
ResponderEliminarBesos
Me gusta, pero el tipo ese de ojos azules tiene que aprender a ser un poquito más humano cuando está detrás de esa mesa. Es que he tenido una experiencia con una tipa de esas y me he tenido que aguantar las ganas de mandarla a la mierda varias veces (en la oficina del paro...después de hacer una cola desde las 5 de la mañana).
ResponderEliminarPero mi cuento tendrá un final feliz...seguro...
Besos.
Ja,ja,ja...me chifla tu final y las perdices volando...que buen golpe de efecto Carlos...hay, como me entretienes majo...
ResponderEliminarUn saludo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo podía tener otro final e igual que Norma me ha gustado el detalle de las perdices, sin embargo, tu texto está lleno de detalles dignos de dar atención. Es lo que más me gusta de tus entradas Carlos, que hay que releerlas con atención para empaparse de todos esos detalles con los que nos enriqueces. Que duran los suficientes día como para ir entrando en tu blog e ir leyendo tranquila. Seguro, esta noche regreso.
ResponderEliminarUn beso wapo.
Bonito principio de algo. No sigas con esto, por favor,porque me da miedo de que pasará cuando hayan pasado dias meses y años. Déjanos a nuestra imaginación el final de la historia. A mi me gustan los finales de perdices y no quiero que se estropee. Un besazo Lola
ResponderEliminarGracias a Dios que tu historia tiene un final feliz. Eso dará fuerza a quienes les persigen esos monstruos tan feos y malvados que hunden hasta lo mas profundo.
ResponderEliminarPerfecto final feliz, ojala y que siempre acabara así.
Feliz domingo!
Me estoy poniendo al día, comencé a leer el cuento por el final.
ResponderEliminarVoy para abajo...
Carlos, el público reclama más, nos has dejado con las perdices en los labios, jejeje. Un relato magnífico.
ResponderEliminarUn abrazo
Por mucho que llueva al final siempre sale el sol ¿no?, al menos en tu relato.
ResponderEliminarUn sueño muy bonito y quizás demasiado real para ser un cuento.
Me encanto. Un beso.
RR. no sé, creo que igual ya es hora de que dejemos a nuestra princesa guerrera en intimidad para disfrutar su vida. Esperemos que todo vaya bien. un beso
ResponderEliminarANAMORGANA. Me alegro de que te gustara.
MARIA, seguuuuuuuuuuuurisimo que tu cuento tendrá un final feliz. (no juguemos tan mal al chico de ojos claros sólo conocemos de él unos instantes...) seguro que es buen tipo.
NORMA. bien,,, me alegro de entretenerte de hacer que pases un instante alegre, o triste, o divertido, pero que te gusten...
AFRODITA, cojo con fuerza ese abrazo apretado. Es verdad Felicidad se escribe en muchos colores.
ROSALIA. Gracias por apreciar los detalles, intento imprgnar mis escritos de esas pequeñas cosas importantes. En los pequeños detalles están las grandes diferencias. (al menos así lo he creido siempre...)
LOLA. Estoy de acuerdo contigo, este es un final suficientemente satisfactorio. Seguro que a paritre de aquí ira bien.... claro, con las pequeñas tristezas de la vida, pero tambie´n con sus grandes alegrias.
GATA NEGRA. A mi me gusta pensar que muchas cosas, pueden y dwben de acabar bien... Al menos luchr por ello. Un beso gata.
MENTIROSA. Si, claro lee más abajo, hay cosas que puede que te hayas perdido y que quizas te gusten. Unplacer volver a tenerte por aquí enriqueciendonos con tus mentiras y dejandote atar por mis palabras. un beso.
JOSEP, si, jajaja, creo que nuestra princesa guerrera ha despertado cariños e intereses. No sé si se pasará más por aquí.... pero creo que no. Esta muy entretenida disfrutando la vida y viviendola como se merece.
PRINCESA. Tienes razón, por ma´s que llueva siempre escampa... si es bonito, y quizas muy real y a vecesa algo crudo, (como la realidad, crudita...) Un beso
Tu comments en mi blog me ha provocado un cataclismo de amor...
ResponderEliminarPor eso son guerreras,Carlos,porque aún con el, alma hecha pedazos siguen adelante,sin mirar atrás luchando por lo suyo.
ResponderEliminarMe gustó tu cuento y el final,me supomgo que será"fueron felices y comieron perdices"?
Cuídate mucho,mucho.
Besos.
Me ha encantado tu final feliz. De vez en cuando los Ogros, sólo son fantasmas que asustan pero no matan, y sin querer, terminan haciéndonos más fuertes.
ResponderEliminarQué bueno encontrar la esperanza en el lugar que menos se la busca: entre el whisky, la luz tenue, el jazz y unos ojos azul mar.
¡Excelente!, Carlos. Un beso desde mi lluviosa ciudad.
Sin duda las perdices siempre anuncian un final feliz; aunque, sabias estas perdices al salir rapidamente volando,... que todos sabemos cómo acaban las perdices en este tipo de finales.
ResponderEliminarSaludos.
Carlos , el relato buenísimo, con esos interrogantes que atrspan nuestra curiosisad, pero que al mismo tiempo nos deslizan muy despacio por el texto para saborearlo e imaginar, mientras te leemos, miles de finales. Me gusta que el relato deje un espacio para la fantasía del lector.
ResponderEliminarA mí particularmente si bien el final se prevee feliz, no me entusiasma una persona de doble personalidad ¿quien no puede pensar que esa mirada hierática regrese a ser una constante y rompa las ilusiones de esta mujer?.
Perdona mi pesimismo en este aspecto, pero hoy se me venido a la memoria un dicho de mi abuela: "Al que nace barrigón, es inútil que lo fajen"
Tal vez tesea útil para continuar el relato.
Un abrazo amigo
MENTIROSA. Disfrutalo.
ResponderEliminarMORGANA. Claro que sí, me gusta pensar que al final de la lucha, siempre hay un momento de felicidad, y neustra princesa guerrara, igual que tu, merece un final feliz... seguroq ue será así.
JACQUELINE. En ocasiones, la esperanza está en los rincones más insospechados... que bien encontrarla. Besos desde este calurosisimo mediterraneo.
JAUROLES. Si acaban como acaban jajaja.
BEATRIZ, no sé, igual si que es un pesimismo del día en que lo leiste, igual no lo supe reflejar bien.... El chico de ojos claros pidio disculpas y solicito entendimeinto por lo frio de la entrevista de trabajo. Me gustaría pensar qeu simple y llanamente es demasiado serido en su curro y no un tio con doble personalidad, ojalá sea así.
"Al que nace barigón, es inutil que lo enfajen" me encanta, con tu permiso lo utilizaré en alguna entrada.
Mi abuela decia algo similar: "el que tonto va a la guerra, tonto vuelve de la guerra"