Hace tiempo que alguno de vosotros os preguntáis por la foto que encabeza mi blog. Esa de unas manos de hombre abriendo una botella de vino tinto. Es una historia vieja, antigua, y larga. Todas lo son, las historias sólo pueden ser añejas y largas, sino son así son otra cosa. Una de esas historias que tan sólo pueden convertir a una persona en un desgraciado o dejarle una preciosa cicatriz que embellece su alma y enriquece su mente y su vida. Intentaré resumir el origen de la foto.
La hice hace unos cuantos años, un año que fue terrible, un verano que fue terrible y no sólo, por que, tal y como dice el cantautor, fuese un año amargo en política y los médicos no encontraran vacuna contra el sida, cura contra el cáncer, y porque el hambre seguía creciendo en algunos lugares. Fue un año, un verano terrible, no sólo por eso. En mi alma tan sólo sentía ausencia esa ausencia triste que arrastra el abandono y la certeza de que ya nunca nada será lo que fue. Mi alma sentía la huida y el abandono de un alma, que tal vez, fue gemela de la propia.
Me sentía como un Ulises sin Ítaca a la que regresar, aún nadando malherido y perdido en esa malamar que son los sentimientos torturados y expropiados. (malamar, por otro lado que quizás yo provoqué) Un Ulises frágil y vencido que sabe que ninguna Penélope lo espera. La mortaja se había tejido por completo y nadie se molestaría en destejerla al amanecer.
Así que unos amigos, de esos que la forja de la vida y el yunque del tiempo, las lagrimas vertidas, los hombros ofrecidos, y las risas compartidas cortando el mismo aire respirado trasforma en hermanos, en familia, en algo mucho más que amigos, decidieron llevarme lejos para que pudiera lamerme las heridas. Descansar.
Y para eso que mejor lugar que muy cerca de la mayor reserva de lobos que tenemos en este curioso país, que mejor lugar que la ribera de ese rio, tan lejos de mi mar, que da los mejores vinos tinto del planeta. Así que poco a poco, trago a trago fui remendando las sístoles resquebrajadas.
El hilo, color rojo tinta de toro, color diástole, color sangre, para ese remiendo lo fue poniendo el espacio entre una respiración y otra, los amigos, las sonrisas, el tiempo dedicado a hacer fotos en campos de girasoles. Las sonrisas de la pequeña “H” regando todas las alegrías posibles. Una buena comida. Nuevos paseos por la piedras de la vieja Castilla. Las caminatas nocturnas, esa puntual llamada de sirena (no sólo a Úlises le cantan) cada noche justo en esa hora en la que más brillan las pléyades. El vino compartido.
Vino que elabora en esas sierras el familiar de un amigo. Vino tinto, fuerte y duro, como la esperanza y el futuro. Sabroso, dulce, sutil y aterciopelado en la boca y en el alma como el recoveco de las manos de aquellos que te quieren y quieren tu bien. Una de esas noches de cuarto creciente, pleyades brillantes y aullidos de lobos solitarios en la lejanía fuimos a beber vino a la bodega. Esas manos amigas abrían la botella número Xn. Y yo, ya borracho y alegre, y restaurado, tal vez más grande, hice la foto.
Aquí está la foto como regalo para todos vosotros. Con la certeza de que no encabeza mi blog como nostalgia de nada, sino como bonita imagen, como estampa que, yo, encuentro preciosa.
A mí particularmente, me gusta el poderío de esas manos abriendo una botella como yo recuerdo haberlo visto en tantas tardes de campo. Ese lazo de dedos dominando un cuello de cristal. Tiene algo de rústico y a la vez algo de camadería y, en mi caso, también un poquito de nostalgia. Por cierto, me alegro de que encontraras por fin tu Itaca. Besos
ResponderEliminarCasi se puede oir el ruido del corcho al salir, es un sonido que me apasiona.
ResponderEliminarbesos
Preciosa foto. Cicatriz curada y recuerdos que se guardan muy adentro. Lola
ResponderEliminarNo pude ponerte comentarios en otros posts . Se me borraban. Un abrazo.
Me recuerda a mi tierra: Raices,vino fuerte, caracteres templados. Ese es mi Toro...
ResponderEliminar(Aunque yo soy del otro lado, de Aliste)
Después de leer la historia de la foto, la llegas a comprender mejor. Buena historia, buena foto.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Tesoro a mi personalmente me encanto la foto, de echo fue una de las cosas que me llamo la atención la primera vez que te visite.
ResponderEliminarMe gusta ese preciado líquido, suele estar en los momentos en que tienes algo que celebrar por que te sientes feliz y en aquellos amargos que quieres olvidar.
Un besote.
Recuerdos, recuerdos, recuerdos en una imagen. Un abrazo.
ResponderEliminarHace un tiempo que te leo y confieso que no recuerdo como vine a parar a tu blog, pero lo que hizo que me quedara curioseando fueron la frase de cabezera que me pareció muy personal y la foto, que desprendía vida.
ResponderEliminarMe gusta saber que encierra una historía. :)
Sempre m'havia preguntat d'on eixia eixa foto.
ResponderEliminarEl moment, el suro, la força, l'instant al costat dels amics, i una ampolla, que volen el millor per a tu.
Les esperances que comencen a crèixer en el propi somriure quan veus que no tot s'ha acabat, que tot pot re-començar de nou....
Ha sigut una explicació d'acord a les espectatives creades.
Un bes gran, gran.
M.
Lo que da de si una imagen, será por ello que gusta tanto la fotografía...
ResponderEliminarUn saludo
¡bueno !!tinta del país de toro, tempranillo de ribera del Duero , matices de color rojo con bordes cereza terminaciones en teja aroma a fruto y deje a madera mezclado con un sentir de un Ulises al que nadie espera , y no sera por falta de lino o lana en esas tierras.Mas aún así parece que esa malamar no agrió tu carácter,
ResponderEliminarda gusto leer transmites muy bien las vivencias .
Con tu permiso volveré.
un abrazo
Me gusta esa cabecera, porque me trae bellos recuerdos.
ResponderEliminarBesos y susurros cálidos
Bonito texto. Me recuerda a mi ciudad, allí es donde siempre vuelvo a curar mis heridas y descansar "borrando de mi memoria traiciones y demás"
ResponderEliminarUn beso y gracias por tus comentarios.
A mi me enamoró esa foto, sabe a amistad, a momentos compartidos, tardes de tertulia, a olivas con queso y a mi particularmente a libros de esos de los buenos.
ResponderEliminarSiento mis ausencias...
Besos
Gracias Carlos, por regalarnos, no sólo esta hermosa foto, sino la lectura de esa vivencia, de esos amigos que siempre saben lo que necesitamos en determinados momentos...
ResponderEliminarEsta foto no podría sino enmarcar tu maravilloso blog...
Gracias. Un besote enorme, cuídate mucho.
Pienso que sí. Que es una hermosa foto y una más hermosa razón.
ResponderEliminarAbrazos. amigo
A mí me recuerda mi tierra, a mi abuelo, a mi padre o a mí misma actualmente haciendo eso tan corriente y tan mágico como es el descorchar una botella de vino. Cuántas historias alrededor de ellas y que distintas unas de otras.
ResponderEliminarBesos.
Y yo en tierra de vinos, con la nostalgia de aquella reconfortante compañia de los amigos...
ResponderEliminarPrecioso,como siempre...
Un besito
Lo es…y no solo como fotografía, si no por esa historia que tiene de trasfondo y que nos has contado como tú sueles hacer, raptando y meciendo nuestra alma e invitando a nuestra mente a viajar allí donde nos quieras llevar…
ResponderEliminarSiempre un placer amigo ;-)
Bsos
A ver si ahora me deja.. Probando, ...
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Lo que puse la primera vez que intente dejar un comentario ahora ya no me parece... Siempre me habia preguntado lo de la foto, las manos de las gentes me llaman mucho la atencion...
gracias..
Un beso caribeño...!!!
Como dice Nacho Vegas 'después de una primavera en calma siempre se sucederá un verano fatal'.
ResponderEliminarHace un año yo tuve uno de esos, con sus lágrimas, su frío norteño y sus minutos irrecuperables. Por suerte, con el otoño llegó la tranquilidad y el crujir de las hojas.
Por cierto, la foto de cabezera aún no me cargó.
Jajajaja