Seguidores

domingo, 31 de enero de 2010

LOS LÍMITES DE LO HUMANO.

Con los límites a los que somos capaces de llegar los hombres y las mujeres no me refiero, o al menos no me quiero referir en este escrito, a las marcas y records que cada día se fulminan, en Olimpiadas, Torneos, Mundiales y demás pruebas y competiciones pijooccidentales inventadas.

Están bien estos records, y puede ser más o menos interesante y gratificante ver como el Usain Bolt de turno, revienta los marcadores y los cronómetros, o como el Michael Phelps de moda nada los 200 metros mariposa en 1,52 minutos, mientras nosotros, panchitas contentas, lo vemos desde nuestro sofá de piel blanco, o lo comentamos con una cerveza de malta en el Bar de la esquina.

Bien. Son superhombres y supermujeres, y nosotros nos envenenamos el paladar hablando de sus gestas imposibles, “han llevado el cuerpo humano al extremo, han inventado un bañador de un material supersónico que permitirá nadar 100 metros en 0,003 centesimas de segundo menos…” vamos un atajo de gilipolleces, divertidas, entretenidas y muy lucrativas pero gilipolleces sin más.

No, no me refiero a estas “hazañas”. Que no están mal, de verdad que no. Son deporte y un distraído entretenimiento. Pero sólo eso. Creo que son, diariamente, muchos hombres y muchas mujeres (en el mundo en el que estamos sobretodo son mujeres) los que cada día llevan el cuerpo, la mente y el espíritu humano a su extremo más lejano, a límites de lo insospechado, al linde de la frontera de lo imposible. Casi al umbral de lo divino.

Todos hemos visto hace poco como una chiquilla de apenas quince años, ha estado más de dos semanas, enterrada viva, sin agua, sin comida, sin la más mínima posibilidad de higiene, casi sin oxigeno… Sin esperanza, sin más vida que sus ganas de vivir. En un infierno. Al parecer unos ángeles vestidos de bomberos franceses la han rescatado de ese agujero en la maldita Haití. Tras no haber esperanza, tras no pensar nadie que podía existir otro alguien con vida, esos alguienes, que si llevan su cuerpo al limite, han rescatado a otro alguien. Una chiquilla aparentemente frágil. Pero fuerte, my muy fuerte, más que las Selena Willians de moda, más que tu vecina que prepara thiathlones. Queda el desconsuelo, la deshidratación, el miedo, las venideras horas de recuperación, queda un cuerpo al límite. Queda la esperanza, queda la vida.

Hace poco, entrevistaban en la Vanguardia a Caddy Adzuba periodista Congoleña, que explicaba las atrocidades a las que las mujeres de su país se ven sometidas por los “señores de la guerra” algo tan, tan atroz que prefiero no reescribir aquí, -pero valga decir, tan sólo, que de lo menos desagradable que explicaba es que tras violarlas, de modo que omito reproducir, les daban de comer la carne guisada de sus propios hijos….- Una vez más una experiencia extrema. Una vez más un cuerpo, una mente y un alma llevadas más allá de lo pensable, más allá de lo comprensible y aceptable. Al límite de lo humano. Lejos de lo soportable por los dioses. (quizás seamos más fuertes que ellos, total hasta a Prometeo volvía a crecerle el hígado cada amanecer tras ser comido por un águila. A esas mujeres, a esos hombres ningún poder les devuelve lo “comido” por las águilas de la guerra o de la desgracia)

Esas mujeres, esos hombres, que desgraciadamente ven sus experiencias al limite, por duro que sea de llevar. Tienen que seguir. Tienen que continuar. Mi abuela decía que no se aguanta lo que no llega…. Uffff en ocasiones llegan circunstancias que no deberían de llegar, pero vienen.

Es posible que tan sólo podamos concluir que la maldad no tiene límite, ni fin, pero también es ilimitada la bondad, la esperanza, la vida…

1 comentario:

  1. Qué sería de los más desfavorecidos sin esos silenciosos superhéroes. Y es cierto, no se aguanta lo que no llega y sino que se lo digan a esas mujeres violadas cómo arma de guerra, ellas si que viven al limite, al limite del horror.
    Un abrazo

    ResponderEliminar