Lo he dicho más de una vez. Lo sé. Tal vez ser padre sea eso; repetir las cosas. Hasta la
saciedad, hasta que se entienda lo que quieres decir, hasta que se empape el
mensaje como se empapa la lluvia de otoño en las hojas caídas.
Lo he dicho más de una vez. Lo
sé. Llegaste, hoy hace justo tres años. Llegaste como la lluvia prometida y
necesaria en los campos del Sahel. En los corazones yermos. Llegaste hace tres
años, dejando atrás el invierno y con las redes de tus manos cargadas de sueños
y futuro. Con los dedos repletos del hechizo que hace
florecer de mil colores las flores, como el revolotear de mariposas en rizos
queridos. Llegaste, hoy hace tres años, con tu sonrisa esplendorosa, con tus
manitas apretando las mías, con tu cuello tieso y tu cabeza mirando arriba,
queriendo comerte el mundo, incluso antes de inhalar el primer aire de aquel 7
abril. Llegaste como analgésico a las heridas de la piel, como bálsamo a las
del alma. Llegaste, hoy hace tres años,
con el abracadabra que te hace saber que la felicidad es algo pequeñito
y cercano. Trayendo la primavera y el porvenir entre tus dedos, las flores
blancas que alumbran las cerezas que nacen en el valle del Jertes, y en Sant
Climent.
Fíjate, en estos tres años te has
transformado en las huellas que
encuentra el naufrago en las playas desiertas en las que se hunde su barco. En
los extremos del hilo de Ariadna. En las piedrecitas que dejar, como migas de
pan en el sendero, para encontrar el camino de regreso. En la cera que une las
alas con las que volaremos tu y yo, hasta que puedas volar solo, cerca del sol.
En el brillo de las Pleyades.
Ya ves, en sólo tres años te has
convertido en la brillante estrella polar que
marca mi norte. En la colina empapada del agua que dará el arroz del mañana,
la cosecha de fresa y risas. Has venido
a demostrar que cumplir años no está tan mal, que las arrugas de mis ojos y el
blanco de mi pelo es tan sólo la certeza de que vale la pena vivir, estar vivo.
Seguir. Formar parte de ese circulo vital
más viejo que yo, y que todo nuestro pasado.
Tal vez aún no sea el momento. Ya
te explicaré. Pero no aprietes más de lo que puedas. Parpadea con fuerza, y no
te preocupes; por más que veas hay más
por ver de lo que podemos. No cojas más de lo que des. No busques más de lo que
quieras encontrar. No eches sal en las heridas de nadie, ni en las tuyas.
Bueno. Aún es pronto. Ya seguiré. Tú hazme el caso que quieras. Tu madre y yo
intentaremos darte mapas, brújulas, libros, partituras. Tú, ya decidirás. Equivocaque mucho. Intenta solventar esos errores. Llora
solo cuando toque, jodeté, disfruta, vive. Y cuando al final de los finales
pienses que no hay nada, mira un poco más y, seguro, siempre estaré yo. Si caes
en un recodo del camino sin duda mi mano estará cerca.
Tres años. Nada. Toda una vida para ti. Para tu madre y para
mi. Tres años en las que no existen las noches frías porque cuando vienen los
truenos y el hielo te agarras fuerte a mí y a los rizos de mama. No existe el
frio porque veo en tus ojos mis travesuras y en tus manos las trastadas que
sufrieron y gozaron (con el tiempo) mis padres intentando esconder las sonrisas
que provocan esas ocurrencias. Repetidas. Mágicas.
Cumples tres años. aún no sabes
leer, pero te interesas por las letras y los números (más por los números
para alegría de tu madre ) Ahora es momento de decirte que estas letras, sin
números, quedan empapadas de un te quiero de los que no me callo, de los que no
quedan prendidos en el aire como quedan colgados los sueños que no cumples.
Mira, tan sólo un te quiero, que, tal vez entiendas cuando yo sea abuelo. Tal
vez en ese momento entiendas que tenerte cerca es una sensación, sencillamente,
indescriptible, como indescriptible es el beso deseado. Comparable, quizás, a
la sensación que debe habitar en la sístole de un cazador de estrellas que se
encuentra con Andrómeda rendida y brillando a sus pies, las acaricia para luego
dejarlas brillar en lo más alto del cielo que alumbra tu sonrisa. Tres años con
la misma sensación tras el esternón que debe de tener un pintor que descubre un
color que tan sólo pueden ver los dioses. Que un pescador que se hace amigo y
cena con Neptuno.
Te duermes exigiendo cuentos de
lobos buenos. De manzanas perdidas que curan todos los males y heridas. Escuchando
las viejas aventuras de Odiseo y Telemaco, imaginando en voz alta que somos el
Ulises que puede tensar cualquier arco. Tú, cielo, tú eres un Telemaco ansioso
por vivir por conocer, por saber, por entender, por tensar arcos y andar
caminos. Por ser, vivir y estar. Un guerrero que deja en el vientre de sus
padres más felicidad de la que jamás sabrás contar.
Tienes tres años y tu risa es un globo de luz que se acerca
a los soles lejanos que alumbran mi camino y los aperos que necesito para
hacerte feliz. Tres años en los que son las palmas de tus manos el milagro que
siembra de pan y besos el futuro. Tres
años, en los que me has robado el sueño te has hecho dueño de mi tiempo y mis
horas para demostrar que vale la pena que pasen los años….. Felicidades, muchas
Felicidades Piccolo.
¡ Oh!!!! :) :)
ResponderEliminarEs genial que comentes, qu exclames por mis palabras
EliminarDisfruta de esos tres años, de inocencia, por que cuando llegan a los 19 la vida cambia y no te imaginas como, ja ja ja
ResponderEliminarEs broma, bueno no, pero el testo es precioso.
Un besote.
Supongo que cada edad tiene sus cosas buenas, sus cosas malas.... Niños pequeños problemas pequeños, niños grandes problemas grandes jajajaja
EliminarTres años de días y noches calientes.
ResponderEliminarUn beso.
A disfrutar de muchos más y no dejes que pierda la inocencia de ser niño.
ResponderEliminarFelicidades a ti por poder gozar de ese maravilloso mundo que te descubre cada día.
Besos de Pecado.