¿ Y AHORA QUÉ?

Y ahora qué? Supongo que esta es la pregunta que se hicieron, hoy hace 20 años, las personas que abrieron sus ojos, junto a las pétreas pupilas de la puerta de Brandenburgo, al ver desmoronarse los primeros casquillos del inefable muro de Berlín. Por fin tras tanto escuchar a Pink Floyd y a políticos de uno y otro lado del telón de acero, por fin el muro cayo. Se acabo la ignominia de separar a las personas como a las churras y a las merinas.

Y ahora qué? Se preguntará algún quinceañero al ser dejado por su primera novia por uno más guapo, o con la moto más molona, o simplemente porque si. Lo mismo se preguntara la quinceañera desolada ante su primer fracaso al ser dejada por una más sexy, más tonta, o con la falda un poco más corta y más predispuesta a dar rienda suelta a los onanistas sueños del que fue su antiguo amor y que malvado la abandona.

Y ahora qué? Berlín, Alemania, Europa era una fiesta hace 20 años. Cayeron las 302 torres que vigilaban todo el muro, se quedaron en paro los 14000 guardias con sus muchos perros de presa y aterradores que arrestaron, mordieron y encarcelaron a más de 3220 seres humanos que tan sólo querían vivir algo mejor, o simplemente tomarse una cerveza con su hermano del otro lado, que tan sólo querían vivir, se rindió homenaje a los casi 250 muertos en sus desesperados intentos de fuga. Muertos que no volvieron, que no vieron el fin del muro que durante 28 años les separo de sus ilusiones. Y ahora será el final de todos estos problemas, ahora las bendiciones del mundo occidental engalanara de música, de flores, de sexo, de trabajo, y de bienaventuranzas el lado oriental, ahora se acabarán los comederos populares, los coches fríos, feos y cuadrados, tendremos acceso a la información, todo será maravilloso y color rosa. La puerta de Branderburgo, vieja como las piedras que la hicieron y cansada de mirar y de ver sabía que probablemente nada de eso pasaría.

Y ahora qué? llora el quinceañero mientras se masturba oculto en la soledad oscura de su habitación mientras sus padres le llaman para cenar. Y ahora qué? llora la quinceañera mientras come chocolate escondido para estas ocasiones bajo la almohada de lagrimas y desconsuelo, chocolate que pronto vomitará junto a la cena que comerá a desgana. Y ahora soy tan desgraciado, mi mundo ha acabado, nadie entiende lo que yo quería a esa chica, piensa mientras limpia su humedad desperdiciada. Y ahora no podré seguir viviendo si él era el hombre más guapo del mundo, si nadie entiende mi dolor, nadie ha sufrido nunca tanto tanto como yo piensa la quinceañera mientras se enjuaga la boca para que nadie descubra su pecado.

Y ahora qué? y ahora que pasa en el Este y el Oeste de Berlín, y ahora nada y ahora faltan muros por caer, levantados con el sufrimiento y para el sufrimiento de desgraciados que no son responsables del motivo de los muros que levantaron para castrar sus vidas, en Cisjordania, en Cachemira, En Bostwana y Zimbabue, en Brunei, En EE.UU y Mexico, entre las dos Coreas. Y ahora nada, quizás un puñadito de personas de la Europa del Este vivan algo mejor, quizás algún antiguo hippy trasnochado reconvertido en ejecutivo presuma de tener un pedazo de muro de Berlín en su despacho, pedacito de muro que le ayuda a justificar todos sus actos y a olvidarse que siguen muchos muros por caer, algunos probablemente a ojos vista de su despachito pretencioso. Y ahora el mundo, como dijo el tango; fue y será una porquería.

Y ahora nuestro quinceañero y nuestra quinceañera han conocido a alguien más guapo y molón que el que les dejó, quizás hasta se hayan conocido el uno al otro. Y se han olvidado del nombre de aquel y aquella que tanto les hizo llorar ayer. Y ahora han escuchado The Wall de Pink Floyd porque el padre de uno de ellos se dejo un CD puesto y no entienden lo que quiere decir. Y no les importa...