haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
con cuatrocientos cuerpos diferentes-
haber hecho el amor.
Que sus misterios,como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.
El cónsul de sodoma, es una película de sigfrid Monleón, en la que Jordi Mollá interpreta a Jaime Gil de Biedma, poeta, abogado, (difícil combinación la de letrado y poeta….) de familia rica, borracho, maricon, viajero de izquierdas. Un personaje complejo y heterodoxo de esos que lamentas no haber conocido y compartido una borrachera, o varias, con él.
Siempre me gustó Jaime gil de Biedma. A pesar de sus orígenes burgueses y pudientes, creo que mejor que nadie supo reflejar la decadencia de este mundo moderno, hedonista y primermundista en el que vivimos, dueños de audis, bmw y wiis, y huérfanos de autenticidad.
Perdidos en la complejidad de nuestro mundo de prisas para ir a ningún lado. De estrés por haber llegado, o por no haberlo hecho, es posible que la lectura de las poesías de este hombre - o, al menos, escucharlas relatadas por Jordi Mollá cuando estrenen la peli- nos acorte el camino que hay entre el nunca jamás y el ahora mismo que siempre estamos recorriendo.
En su poesía, con palabras decadentes que esconden grandes significados, encontramos gran parte de la segunda mitad del anterior siglo, esa mitad que nos vio nacer a casi todos. Pasiones, deseos y explicaciones de historias truculentas, complicadas y no siempre con final feliz. Como la vida misma.
Cuántas veces me acuerdo
El cónsul de sodoma, es una película de sigfrid Monleón, en la que Jordi Mollá interpreta a Jaime Gil de Biedma, poeta, abogado, (difícil combinación la de letrado y poeta….) de familia rica, borracho, maricon, viajero de izquierdas. Un personaje complejo y heterodoxo de esos que lamentas no haber conocido y compartido una borrachera, o varias, con él.
Siempre me gustó Jaime gil de Biedma. A pesar de sus orígenes burgueses y pudientes, creo que mejor que nadie supo reflejar la decadencia de este mundo moderno, hedonista y primermundista en el que vivimos, dueños de audis, bmw y wiis, y huérfanos de autenticidad.
Perdidos en la complejidad de nuestro mundo de prisas para ir a ningún lado. De estrés por haber llegado, o por no haberlo hecho, es posible que la lectura de las poesías de este hombre - o, al menos, escucharlas relatadas por Jordi Mollá cuando estrenen la peli- nos acorte el camino que hay entre el nunca jamás y el ahora mismo que siempre estamos recorriendo.
En su poesía, con palabras decadentes que esconden grandes significados, encontramos gran parte de la segunda mitad del anterior siglo, esa mitad que nos vio nacer a casi todos. Pasiones, deseos y explicaciones de historias truculentas, complicadas y no siempre con final feliz. Como la vida misma.
Cuántas veces me acuerdo
de vosotras,
lejanas noches del mes de junio,
cuántas veces me saltaron las lágrimas,
las lágrimas por ser más que un hombre,
cuánto quise morir
o soñé con venderme al diablo, que nunca me escuchó.
Pero también la vida nos sujeta
porque precisamente no es como la esperábamos.
Resumiendo, que estoy deseando que estrenen la película. Y que no nos pase como a él.
Resumiendo, que estoy deseando que estrenen la película. Y que no nos pase como a él.
Que tengamos la certeza de que no podremos llevarnos la vida por delante, que no sea tarde cuando nos demos cuenta que la vida va en serio, que antes de envejecer y morir sepamos leer todos los argumentos de la obra que nos ha tocado interpretar.
¿Vamos al cine?
¿Vamos al cine?
No hay comentarios:
Publicar un comentario