Han pasado ya cinco años…. 365
días por 5 (y un día más porque hemos tenido entre medias un año bisiesto). 5
años, cariño, desde que mi otro corazón empezó a latir en esta tierra y empezó a dar sentido al mañana. Cinco años desde que mi mirada en tus ojos dejó de
anidar en otro vientre para iluminar tu vida, mi vida. Tal vez ese día murió
alguna galaxia y alguna Diosa triste perdió a su amor porque no fue capaz de
rescatarlo del Dragón. Tal vez hace 5 años una explosión en algún sol lejano atrapó en un agujero negro otras
estrellas o tal vez alguien se enamoró por primera vez, tal vez, fíjate, no fui
el único que lloró de alegría. Tal vez ese día empezó un viernes eterno para
alguien o incluso algún desalmado decidió dejar las armas y convertirse en
poeta. Pero lo cierto, cielo, es que
para mi, hace justo cinco años desapareció la escarcha y empezó la primavera.
Traes, como cada año, la
primavera en tus manos, y entrelazados en tus dedos las verdades que
desmontarán los nudos gordianos que la vida ponga ante nuestros ojos. Tu pelo
largo se entrelaza, con el viento de los domingos de abril, en los rizos de tu
madre… Y, yo, ya ves encuentro un motivo –el único motivo- para no odiar a los
dioses del tiempo. Vienes para traernos esa agua deseada en los campos de
cerezos en flor.
Eres, Piccolo, Equipaje siempre
dispuesto. Ducha de agua caliente y vaho tras un día frío y gris. Onza de
chocolate vespertino tras una jornada de obligaciones y sinsabores. El eje en
el que todo gira. La única verdad incontestable. La doma de animales
mitológicos. El aroma de las glicinias y magnolias en las noches de lagrimas de
San Lorenzo y sus perseidas. El silencioso grito que me recuerda que vale la
pena estar vivo. Crecer.
En tu habitación ya no hay
leoncitos sonrientes ni jirafas de alto cuello. Ahora la compartes con aviones
de papel que salen del cuerpo de la vieja Pachamama e irreverentes y rebeldes
(como tú) vuelan con tus deseos y mis esperanzas hacia la luna de cuarto
creciente que ilumina tus sueños cada noche.
Los tambores de los dioses cuando
repican a alegría, allá tras el arco Iris, o arriba de ese alto monte deben de
tener este sonido, ese bum bumm bum bumm bummm bum de tu corazoncito cuando, tras
el último cuento de la noche te duermes abrazando mi mano y tu dragón verde con
sus alas.
No sabía que los sueños nacían en
tus ojos. No sabía que en ti empezaba todo. Sigo caminando a tu lado y siempre
lo haré, mientras tenga fuerzas y cuando no también.
De estas letras se sentirá algún día muy orgullosa y feliz… Es verdaderamente hermoso lo que has escrito, Carlos… :-)
ResponderEliminarUn placer, amigo… Mil Bsoss!
Gracias, Ginebra, espero que en su momento el también las valore...
ResponderEliminarOh pero que bonito es hermoso verlos crecer enhorabuena y felicidades
ResponderEliminarUn beso
Muchas; muchas gracias pero.... Ufffff maldita sea. Como pasa. El. Tiempo
EliminarQue belleza Carlos, nada como un hij@ para que hagan fluir las letras y los sentimientos encerrados. Precioso regalo de cumpleaños para tu peque.
ResponderEliminarUn beso grande y mi cariño
Siiiiii. Una magnífica inspiración
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