Aquí, como siempre, está el
verano. El verano 40. Con su calor y deseos, con el sol brillando en el cielo. Refulgiendo
en tus ojos. Atardeciendo allá, en el
oeste cual estrella vespertina y naranja en el azul cielo de nuestro
mediterráneo y sus olas.
Aquí está, otra vez, otro año.
Esta vez 40. Y cuarenta, ya sabes siempre lo digo, no es nada sólo un momento
en el tiempo, sólo un momento sin más. Y déjame, amiga, que coja una pluma con
tinta azul de búho enamorado de alondra y permíteme que te diga cosas que ya
sabes; como que hay corazones que
descansan al sol. Ángeles con sonrisas de diablo, y demonios que jamás hicieron
maldad. Déjame que te diga que los amigos se forjan, se ganan y se demuestran
en las horas oscuras y grises, no cuando la cerveza está fresca el futuro
cierto y el vino en la mesa y en su punto. Se forjan a jirones de piel y de
alma descarnada. Ya ves, yo, como todos, tuve horas grises y tú estuviste cerca
de mis heridas. Así que déjame que en
vez de un perfume te de las gracias.
Pero, no nos pongamos trascendentes ni divinos (ya lo somos).
Celebremos el paso de los años y los sanjuanes en nuestros ojos y en nuestra
piel. Hablemos mejor del susurro que deja la lluvia al caer en Otoño, del
vientecillo de libertad que parece cobijarse en los zarcillos de las chicas
guapas en verano, del abrazo que dan las pestañas de los que nos quieren. De la
vida que se enmaraña como un guepardo tras su presa, como Sant Jordi sin
princesa, como poeta sin amor.
Y, oye, Yolanda, que aún sin ser
nada, 40 es un número especial. Acaba en cero. Y tal vez cuarenta sea un nuevo
momento. Momento de dejar, por un instante, de caminar. De juntar los pies y empezar, una vez más, a andar. De ser Robinson buscando lumbres en el mar y
huellas en esta playa, sin miedo de tropezar en las piedras en las que siempre nos
caímos, ni de perder el hilo de Ariadna. Momento de comer con piel las manzanas
que nos ofrezca cualquier serpiente. De perdernos en el paraíso o
enredada en las pestañas de aquel al que amamos. De recuperar los momentos que se perdieron diluidos en las gotas de la clepsidra del tiempo. De temblar ante los que te queremos
como si fuera la primera vez que unimos nuestros corazones.
Sin más, 40 se me antoja un
maravilloso momento para recoger flores en tu pelo, sueños en tus manos.
Mariposas en tu vientre.
Dicen que en verano, como hace
mucho calor, se desatan las pasiones, se desencadenan las emociones y desbordada se exalta el alma, que el verano carece
de corazón. No estoy de acuerdo. Tal vez el corazón del verano habite en tu
pecho. No en vano, amiga, naciste hace sólo 40 veranos.
Carlos....q bonito.....q grande eres....para mi el mejor regalo ...el q llega directo del corazon....te voy a hacer caso...no esta nada dicho ni nada hecho...solo son cuarenta...vaya subidon me has dado ...me has calmado el alma y alborotado el corazon Te quiero Guapo!!!!
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Por cierto....soi la Yoli aunque la.cuenta sea de Miguel ....jijijiji aclaro por si acaso....jijiji
Ahora si soy el original... Jajaj.. Como siempre maestro... Has estado a la altura de las circustancias... Solo decirte que muchas gracias por estar y por regalarnos tan generosamente un trozito de tu corazon:-)
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