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martes, 22 de julio de 2014

UNA VEZ MAS ESCRIBO LLORANDO.


Una vez más escribo llorando. Se mezclan las lágrimas de dolor ajeno y propio con las de rabia, las de impotencia, las de vergüenza. Vergüenza por saberme parte del genero humano que es capaz de situar el futuro de terceros en vertederos, en escombros en los que jamás lucirán las estrellas ni brillará la luz.
Mueren niños en Gaza.

Así de crudo, de real, de asqueroso. Y poco me importa que sean palestinos, judíos o de Huelva los niños que mueren. Poco me importan los motivos, ni las causas, ni si allá por 1948, tras la declaración del estado de Israel, este Viejo/nuevo país fue invadido por Egipto, Siria, Irak, Líbano o el mismísimo demonio. No puedo entender, de verdad, como una banderita, un trapo de un color u otro, un trocito de tierra, una franja más o menos de esta tierra que creemos nuestra ( y vivo en un lugar en el que desgraciadamente mucha gente se enfunda en una banderita de colores para creerse mejor que el vecino de al lado o tener mejores o diferentes derechos) pero como decía, No  entiendo como nada de esto puede justificar o amparar siquiera remotamente tanto dolor y angustia.

Que más da que una franja de tierra este algo más acá o más allá qué más da!! Seguro que ambos bandos tiene, creen tener la razón, y tanto en un lugar como en otro existen sabios y justificadores de la atrocidad y los asesinatos. Sobran Sofismos y armas para imponer una u otra idea. ¿Dónde empieza la defensa? ¿Dónde empieza el ataque? ¿hasta qué barbaridades podemos llegar para defendernos?

No voy a entrar en lo desigual de la lucha, y en el innoble acto por el cual, con más o menos motivo, uno de los mayores y más preparados ejércitos del mundo lucha contra un ramillete de “seudoguerreros” que atacan con piedras, palos y armas obsoletas y viejas. Para hacer daño hace falta poco. Para extraviar la sonrisa hacia las lagrimas hace falta muy poco, la paz es frágil y el cuerpo también.

Todos hemos visto, entre trago y trago, las imágenes de niños llorando por sus padres muertos en los escombros de sus casas. Su futuro destrozado y perdiéndose como se pierde el pequeño hilo de agua  del diminuto riachuelo de la esperanza en un gran mar de confusión. Niños llorando. Niños sufriendo, sangrando, muriendo. Muriendo sin haber vivido, sin saber que pasa, sin saber que sucede

Niños que deberían volar cometas. Jugar a la peonza. Soñar. Jugar a imaginar que el camino que fabrican sus canicas sobre la tierra que pisan, es el camino que marcará su futuro, el que resolverá sus dudas. Canicas que guardaran en un frasco de cristal y sueños y que deberían de dejar en las calurosas manos de sus madres, para que las guarde antes de acunar sus cuerpos y arrullar su pelo. Niños que mueren en Gaza.
Niños que no conocen los motivos que llevaron a sus hermanos mayores, a sus padres, ( a los que obviamente admirarán) a “atentar” en defensa de unas tierras robadas o de unas ideas que no comprenden (debo admitir que yo tampoco y me cuesta simpatizar con las ideas de los extremismos islámicos, judíos, cristianos o cualquiera que sea) Niños que no comprenden el motivo por el cual un Dios exige que se mate en su nombre.  Religión que no han elegido, y que al parecer les mata.

Intento apartar los ojos, pensar en la comida, o en los besos que aún debo dar, pensar en otras cosas. Ya ves, no puedo ni apartar los ojos ni evitar su humedad. No encuentro en mi memoria ni en ningún diccionario palabra alguna para describir algo tan obsceno, impúdico, pornográfico asqueroso y atroz como la muerte de un niño. (vi, entre otras imágenes, a un hombre recogiendo en su regazo al cuerpo sin vida de su hijo de tres años………. Yo odio odiar y no hay lugar entre mi sístole y mi diástole para ese sentimiento, pero todo tiene un límite. Soy padre. Y yo, también odiaría…..)


Estoy cansado de ver como el futuro deja de existir y se pierde regalimando en forma de sangre por los cuerpecitos de unos ángeles que pierden las alas aún antes de haber iniciado el vuelo.

miércoles, 9 de julio de 2014

FIN DE UNA ETAPA.


Howard Hendricks, decía que ; “la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza sino de corazón a corazón.” Seguramente sea cierto, yo que sé…. En todo caso, si sé que un padre, una madre, lo que desean es lo mejor para su hijo. Que su hijo sea feliz y que allá por donde pase pongan música, flores, y un buen sendero y unas buenas botas para recorrerlo. Las primeras botas. Que pongan luz a sus noches y sueños en su pecho. Siendo, como son tan pequeños, y, siendo como es tan compleja la vida, dejamos parte de esa responsabilidad en terceros.

Fíjate, yo estoy muy contento de la decisión que tomamos hace un par de años y que de aquí a muy poquito acabará. Acabará como todo acaba, incluso las cosas buenas, sobretodo las cosas buenas. Siempre quedará un recuerdo y muchas anécdotas y sonrisas y cuentos y magia que quedará prendida en las clases de esa guardería.

Lo cierto es que del mismo modo que no se puede dibujar el mapa del tesoro con un power point ni escribir las indicaciones de un buen camino en times new roman hay cosas que no pueden enseñarse a un niño si no se le pone a los conocimientos académicos, técnicos, una inconmensurable vocación, cariño, un enorme entusiasmo. Si no se pone a esa primera enseñanza, al fin y al cabo, un trozo de corazón. Gracias por haber puesto esa vocación, ese cariño, ese entusiasmo y ese corazón.

Gracias, muchas gracias, por los vuelos de paloma en las manos de mi hijo, por las risas y las tardes y las mañanas antes de hora. Por el ingles enseñado y, sobretodo, por la educación aprendida. Por los besos a las nueve menos algo.

Imposible, tras el final de esta etapa, que tal vez se olvide, o que tal vez no, agradecer la rodona i el color vermell.  Los sueños e ilusiones. Los  cuentos. Los cimientos recién puestos.

La vida tiene los años que la vida nos da, y probablemente en los primeros se asientan las bases el sostén sobre el que basculará el resto. Sin duda nuestro piccolo ha bebido de un buen manantial. Y, aunque, tal vez, muchos piensen lo contrario estoy convencido que, entre otras cosas, ensuciar el pitet y limpiar las manos y recoger un vaso de color verd per beure empieza a construir unos buenos soportes para lo que vendrá.

Gracias a todas, en especial a E. a Z y a MC, Por haber sido y estado en esta etapa tan linda de nuestro piccolo, por la Castanyera y los Reyes, por los cuentos, los magos y los tres cerditos. En definitiva gracias no sólo por enseñar a nuestro hijo sino también, y sobre todo, por quererlo.