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martes, 14 de mayo de 2013

VIVIENDA. DESALOJOS. ESCRACHES....




Últimamente parece que algunos se desgarran las vestiduras porque una cuantas personas acudan a la puerta de su casa a expresar su opinión. ¿tanto miedo da la verdad? ¿la voz?

Unas personas que están cansadas, hartas y hastiadas de ser los débiles, los perdedores, a los que siempre les toca la hiel y la sal, a los que se les niega la felicidad, para que unos pocos tengan la miel y las rosas a raudales. Ya está, ya está bien. Seamos serios y llamemos las cosas por su nombre.

La vivienda, la vivienda digna es un derecho y no sólo porque lo diga el artículo 47 de la constitución.  “”Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necearias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación…” No sólo por este precepto constitucional, que se olvida mientras se enarbolan algunos otros como si fueran leyes divinas, sino porque el más elemental de los sentidos nos hace ver la necesidad de salvaguardar un hogar. De tener un sitio donde reís y llorar, donde vivir y pacer.

Este derecho, se está conculcando cada vez más, en virtud del derecho, legitimo por otro lado, de hacer negocio, de prosperar y de crecer que tienen los bancos. Pero si bien es cierto que estos bancos están en su derecho de hacer negocios. Estos deben de hacerse con unos límites, con una razón. Tenemos dos bienes jurídicos protegidos que chocan como trenes en la noche. A saber; el de todo ser humano a vivir con dignidad, y el de los bancos a hacer sus negocios. Pero no nos olvidemos de un principio que debe regir, no sólo nuestro derecho, sino que debería regir también nuestras vidas “el Fabor Debitoris”  Algo así como la protección a la parte más débil.

Es obvio, la parte más débil es el desahuciado, el que echan de su casa, al que le quitan el pan y la sal, al que le roban los recuerdos y lo expulsan a patadas de su hogar dejando en ella los cuadros por recoger, los recuerdos marchitos, el olor del sudor por la pasión y el miedo. Los echan de sus casas dejando allí, las primeras sonrisas de sus hijos, los primeros pasos de sus nietos, los callos de sus manos cansadas de trabajar para levantar durante años lo que algunos se llevan en minutos. Dejan allí, ya ves, el desconsuelo y el aroma del último guiso aderezado con lagrimas y pimienta. No pueden los bancos desahuciar los cachos de corazón que quedan colgados en el techo y enraizados en las lámparas. Las risas que han recorrido el viento que entra por las ventanas. El ruido sordo de los gemidos de la noche anterior. Lo eterno del silencio que queda tras abrirse la puerta de una patada de la policía con un secretario judicial detrás y un directivo del banco con una corbata del precio de todos los muebles en el cuello, intentando tal vez, tapar sus vergüenzas.

Hay mil soluciones, mil maneras. No son nuevas ni las quitas ni las esperas. Debemos de proteger al débil, es una obligación moral, es lo que nos convierte en humanos. Podemos adoptar la dación en pago. Una quita de la deuda adecuada al valor de mercado. Una espera, el banco firma una hipoteca de treinta años (donde está el problema si está unos meses sin cobrar hasta que la parte más débil de ese contrato vuelva a trabajar?)

No es extraño que muchos acudan a los domicilios de algunos a gritar su desesperación y hartazgo. Estos, los gritados se escudan en su derecho a la intimidad. Cogen la Constitución como si fuera un escudo que sólo protege a ellos.

Esa misma constitución en su artículo 10 nos dice: Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificaos por España.  Y esta, la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 (ratificada por nuestro país muuuuucho más tarde) establece en su preámbulo: …”Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión…”

Luego, los escraches, o como diablos quieran llamarlo. No sólo son moralmente comprensibles, y razonables. Sino que deviene en una actitud legal. Es licito y coherente que alguien que ve como caen las estrellas sobre su pelo porque no tiene techo, que ya se le han secado las lagrimas de sinrazón y desconsuelo, que ya no sangran sus heridas porque su cuerpo no alberga más sangre, y que todo esto es así porque el estado no le protege y prefiere ayudar a un muypoderoso banco. Es legitimo, como decía, rebelarse. Y hacerlo, con un par de pancartas es una opción más que educada y respetuosa.

viernes, 3 de mayo de 2013

IMAGÍNATE.




Imagínate un mundo en que las nubes sólo fuera algo colgado en el cielo y no escondiera en sus formas leones, serpientes, conejos blancos o dragones a punto de vomitar, por su boca de afilados dientes, el rojo fuego  que anuncia el final vespertino del día. Imagina que  los millones de granos de arena de la playa no  escondieran castillos para que guardemos en sus almenas, empapadas del agua salada del mediterráneo, nuestra sonrisa y besos.

Imagina que la cerveza fresquita del norte tan sólo quita la sed, que el vino tinto de la ribera del Duero, del somontano, de montsant, o los blancos de rueda tan sólo sirvieran a aquellos que no les gusta el agua fría. Que el sol en su lento camino diario desde su cuna del este hasta su cama del oeste tan sólo calentara las cosechas. Que las estrellas y las pleyades no escondieran, en su resplandor nocturno, la certeza de que mañana puede ser mejor.

Imagínate que los poemas y las canciones de amor no  traen, secretamente, mi recuerdo a tu pelo, que una vela tan sólo tiene el valor de la luz que da su llama, que la lumbre de la llar de foc exclusivamente da calor a tus huesos. Que las sombras que danzan al son del replicar de esa fogata lo hiciera con precisión matemática y predecible, que las brasas que quedan tras el fuego no quemasen.

Imagínate que todo estuviera escrito, que la esperanza ya hubiera escapado del ánfora de pandora. Que la mantis  no hubiera robado el fuego al avestruz. Imagina que el futuro fuera cierto, que nadie te esperara al final del día. Que todas las preguntas tuvieran respuesta. Que el cuadrado cupiera en un círculo, que el reloj no diera las horas.

Imagínate que podemos explicar el amor. Que no me echas de menos.

Imagínate que no encuentras acomodo en los recovecos de mi pecho, que  mi verbo no es placentero en tu oído. Imagina que mi secreto no está en tu pelo, que no tienes dulces sueños, que no sueñas conmigo. Imagínate que me miras a los ojos y sólo ves un hombre.

Imagínate que Omar Khayyam sólo hubiera sido astrónomo y matemático y se hubiera olvidado de la poesía, que  Pablo Neruda se hubiera quedado sin cartero, que  Cernuda se hubiera quedado sin visitar el parnaso. Que ninguna saeta hubiera acertado a San Sebastián.

Imagínate que despiertas sin fuerzas ni esperanza, que todo estuviera hecho, que el olor del café no sorprendiera cada día, que su aroma no se enraizara perdido entre los dedos. Que todos dijéramos siempre la verdad, que siempre fuera verano. 

Imagínate que París es sólo una ciudad plagada de gente. Roma un lugar con viejos monumentos. África un lugar de animales salvajes. Londres un sitio donde beber cerveza o Albarracín un lugar olvidado. Imagina que Granada no tiene al albaicín. Que no nieva en el vall d’ Aran. Que no puedes perderte en Marrakech ni oler curry en Estambul. Que en Lisboa no sirven buen pescao.

Imagínate un mundo sin cínicos ni epicúreos. Que al golpear las palmas de las manos contra un tronco de árbol sólo hay ruido y no música. Que no puedes volver, que no hay marcha atrás. Que tu sombra no te siguiera. Que al dormir sólo descansaras, que jamás te visitaran en sueños. Que nunca te hubieran robado un trozo de corazón. Que nunca te invitan a cenar.

Imagínate que los dioses murieran sin dejarnos leyendas, que el oro del rin fuese de plata y su anillo no cupiera en tu dedo. Imagina que tras el arco Iris no hay manzanas que curan el alma. Imagina que todo está descubierto, que no hay una sorpresa tras cada esquina, que te conformas con lo que hay.

Imagínate que no tuvieras sueños.